Al Partido Socialista no le vale un PP en el centro del tablero político

José Manuel Otero Lastres (*)

Están a punto de celebrarse todas las elecciones previstas para este año. Las primeras fueron las gallegas, siguieron las del País Vasco, acaban de ser las de Cataluña y solo faltan las Europeas.

En las cuatro elecciones, algunos partidos tomaron iniciativas que intentaban asegurar el gobierno de la Nación más que cosas del Gobierno de la Comunidad Autónoma.

En el caso de Galicia, seguramente viendo lo difícil que lo tenía el Partido socialista para hacerle frente al PP, este partido decidió que le bastaba que el BNG pudiera tener un buen resultado. Era tal el amplio despliegue del PP que el resultado era que no fuera muy importante su victoria contra los demás partidos.
Por eso viendo el partido socialista que era imposible ofrecer una alternativa de Gobierno como la PP, entendió que el menor daño posible era que la votación no reflejara la enorme diferencia entre el PP y los demás partidos. Por eso el PSOE pensó que como no podemos ganar, el PP no debería tener un triunfo muy apabullante. Razón por la que no le incomodó demasiado que el BNG tuviera algunos votos más de los deseables.

En las elecciones del País Vasco, las encuestas previas ofrecían la posibilidad de un empate a 27 votos entre los dos partidos independentistas. El modo en el que el ejecutivo trató a EH Bildu hizo que se valorara en esa Autonomía lo que iba consiguiendo los herederos de los ETARRAS. De tal modo que el empate final va a hacer posible un pacto entre el PNV y el partido socialista. Han aumentado, y mucho, los votos de EH Bildu pero éste partido no está en la disputa del Gobierno Vasco, sino en cosas más relacionadas con sus presos.

Llegaron las elecciones Catalanas y aquí surgió el lamento político de Pedro Sánchez de si merecía dedicarse a la política con lo que estaba sufriendo el matrimonio. Tras un periodo de 5 días, los compañeros de su partido comprobaron la enorme dependencia que tienen de su Secretario General. Si hubiera decidido abandonar la política (cosa que la mayoría de la gente no creía) habría dejado al partido en una situación “mortuoria”. Le bastó decir que había sido “un arrebato” y que seguía con más ahínco que antes para que todo el mundo se apaciguara. El arrebato fingido puede que consiguiera mejorar los resultados de Illa, lo cual ha puesto al partido socialista en la condición de formar gobierno.

Y estamos a punto de que se celebren las elecciones europeas. Y tengo la impresión de que también en estas elecciones el partido socialista se ha visto asistido también por “acontecimientos” indirectos.

En efecto, Vox convocó en Madrid una convención de partidos de la derecha más extrema. Si la reunión de los partidos de este carácter hubiera tenido en otra época del año, no se habrían producido problemas electorales. Pero que unos días antes de las elecciones europeas, que se reúnan en España partidos con el mismo cariz da la impresión que el resultado electoral le puede afectar a todos los que tienen miedo a la “derecha menos tolerante”.
Creo que tiene razón Alberto Núñez Feijóo cuando afirmó que «ni el Gobierno de Sánchez, que empezó insinuando consumo de sustancia del presidente de Argentina; ni el señor Milei, que llamó corrupta a la mujer del presidente de España, están en el espacio de la moderación que yo reivindico en la política». Feijóo ha decidido quedarse al margen del conflicto diplomático abierto entre España y Argentina y reparte críticas a uno y otro lado del tablero. «Esta escalada verbal no conduce a ninguna parte y a mí, desde luego, no me representa». Y afirmó “lo que ha hecho Milei es lo que ha hecho Sánchez contra mí”.

Lo malo es que al partido socialista no le vale un PP en el centro del tablero político. Quiere que esté siempre “unido” visceralmente con la derecha menos tolerante. Si no hay una derecha poco tolerante a la que unir al PP no les vale de nada la timorata de que la amenaza viene desde la derecha menos tolerante. Por eso aunque Alberto Núñez Feijóo se esfuerce nunca le permitirán escapar de la tormenta que recae contra toda la derecha centrista y la menos tolerante.

Mientras el PP no sea capaz de “salirse” de la rueda de las derechas (que no sea extrema importa poco) y que no sitúe al actual partido socialista diciendo que es un partido radical y que no es un partido de gobierno, sino casi inconstitucional, es difícil que lo saquen de ahí.

Desde luego, la madurez actual del pueblo español no está en sus mejores momentos. Cosas como las del enfrentamiento entre el ministro Puente y la acusación de tomar sustancias peligrosas y la respuesta de Milei acusando a la mujer de Sánchez carecen de sentido. Lo peor es que pueda haber “electores” que se puedan sentir afectados por una reunión de gente poco tolerante.

(*)-Es un jurista español, muy ligado familiarmente a Ferrol, también conocido por su faceta de escritor literario y de directivo del Real Madrid, C.F. Desde 2021, es consejero del Tribunal de Cuentas.

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