Gabriel Elorriaga F. Ex diputado y ex senador
Las mariposas igual revolotean sobre los cementerios que sobre los trigales. Quizá mejor sobre los cementerios porque hay más tumbas y menos espinas. Una de esas mariposas irreverentes es Pedro Sánchez, presidente del Gobierno español y la Internacional Socialista. Es difícil entender su revuelo por el reconocimiento de un fantasma Estado Palestino, cuando no se dan las condiciones mínimas para que tal entidad funcione en estos momentos. Salvo que aceptemos como buena la salida del ministro de Asuntos Exteriores José Manuel Albares afirmando que Estado Palestino equivale a pueblo palestino.
Sánchez pontifica por Polonia, Irlanda, Noruega, Eslovenia ¡Australia!, los países más alejados, menos dependientes de Oriente Medio y menos capaces de comprender sus conflictos y estabilizar la peligrosa deriva militar de la zona. Cuanto más cerca debería estar de nuestros más importantes aliados en la Unión Europea y en la OTAN, Sánchez revolotea sobre los “acontecimientos” consiguiendo dilaciones. “El camino para recorrer puede ser largo” le dijo el irlandés Simón Harris el noruego Jonas Gahr Store: “la dinámica de la situación no permite concretar fechas» y el nuevo gobernante portugués Luis Montenegro lo remataría: “No vamos tan lejos como otros”. El presidente Joe Biden ha sentenciado “que es mejor que el reconocimiento del Estado Palestino sea el final de un proceso de paz y no el principio”.
En medio los drones y los misiles iraníes interceptados por la “cúpula de hierro” israelita explotaban en la noche de Tel Aviv como los fuegos artificiales de las fallas ante el Ayuntamiento de Valencia. Eran “La venganza de don Mendo” del Ayatolá Jomeiní ante la que pudieran sonreír como invitados Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Jordania y Arabia Saudí. La bestial corona de fuego lanzada desde múltiples nodrizas terroristas sembradas por Irán, Líbano, Yemen, Siria e Irak fue el fracaso que demostró la debilidad operativa de los agresores.
La frivolidad con que revoloteó la mariposa sanchista perjudica a la reputación de España como aliado fiable de las democracias occidentales. Este conflicto no es entre dos estados, Israel y el terrorismo de Hamas refugiado en Irán. En el presente ya hay un conflicto entre dos Estados: la democracia israelita y la teocracia del ayatolá Jomeiní en Irán. ¿También revoloteará entre ambos Pedro Sánchez mientras siguen secuestrados israelíes y embolsados gazíes inocentes?
Todas las gentes sensibles saben que lo más urgente para la población civil de Gaza es la ayuda humanitaria y el alto el fuego y no el reconocimiento de un Estado fantasma. Pero Sánchez vuela a su aire sin explicaciones razonables ni para España ni para la Internacional Socialista. Es su tendencia natural que igual que se manifiesta en llamar Cuelgamuros a un valle donde hay caídos de ambos bandos que en llamar Estado a una tierra palestina víctima de los estragos de una guerra provocada por el terrorismo de Hamas escondido en un territorio secuestrado. Sánchez vuela como las mariposas sobre los cementerios luciendo frívolamente sus alas. Más le valiera colaborar lealmente con las naciones comprometidas en el núcleo potente de la OTAN y de la Unión Europea y no jugar con equidistancias impías.