Enrique Barrera Beitia
En lo que considero un peligroso precedente contra la libertad de expresión, el concello de Ferrol ha
“recomendado” al Ateneo (al que subvencionó en 2023 con 20.522,40 euros) que cancele una charla sobre la figura de Lenin, y lo justifica en la existencia de una resolución de la UE de 2019 que insta a no hacer apología de las ideas estalinistas. La citada resolución no cita en ningún momento a Lenin y se centra en las consecuencias del pacto secreto entre Hitler y Stalin para repartirse Polonia en 1939, añadiendo que “en algunos países europeos” están prohibidos por ley los partidos comunistas, lo que es cierto sólo en los casos de Ucrania, Lituania y Letonia, mientras que en Georgia y Polonia son legales pero con clausulas de vigilancia sobre sus actividades.
Deduzco que la petición municipal da por cierto que el estalinismo es una profundización de las ideas leninistas, premisa que considero reduccionista y sobre la que no hay consenso entre los historiadores.
Lenin era un revolucionario sabedor de que toda revolución tiene que ejercer el grado de violencia necesario para superar escollos, como una guerra civil, el boicot internacional y los intentos violentos para restaurar el régimen derrocado. En este sentido, con Lenin hubo violencia al igual que la hubo en 1789 con la revolución burguesa en Francia, cuyo aniversario se vive con enorme fervor. Recordemos que Lenin murió el 21 de enero de 1924 con una sociedad razonablemente relajada, y que en su testamento pidió que Stalin no fuera elegido secretario general. Lo explicaba con la siguiente frase: “El camarada Stalin, al haberse convertido en secretario general, tiene una autoridad ilimitada concentrada en sus manos y no estoy seguro de que siempre sea capaz de utilizar esa autoridad con suficiente moderación”. Lenin no nombró a un sucesor, aunque parece claro que deseaba una dirección colegiada. Como todos sabemos, Stalin secuestró el testamento tras haber violentado a Nadezhda Krúpskaya, la viuda de Lenin,
Desde la desaparición de la URSS y ya libres de censura, los historiadores rusos han editado libros sobre este periodo, y los historiadores europeos tuvieron la oportunidad de acceder a los archivos soviéticos, algo que muy pocos hicieron. Entre los muy escasos libros publicados en castellano, cabe destacar “El siglo soviético ¿Qué sucedió realmente en la Unión Soviética?”, de Editorial Crítica. Su autor es Moshe Lewin, muerto en 2010, y lo recomiendo con total honradez de conciencia a los lectores de Galicia Ártabra que estén interesados en esta etapa de la Historia.
La pregunta que me hago es qué cortocircuito puede haber afectado al gobierno municipal para temer que un acto organizado por un grupo trotskista (Izquierda Revolucionaria), derive nada menos que en una exaltación de Stalin, porque es bien sabido que el dictador georgiano logró asesinar a León Trotsky.
Parece más lógico suponer que la charla censurada se prestaría a un ejercicio intelectual de ucronía histórica, aventurando cómo hubiera sido la URSS si el sucesor de Lenin hubiera sido Bujarín, Kámenev, o cualquier otro. Reconozco que sobre este asunto me hubiera gustado mucho opinar.