La burbuja de Sánchez

Gabriel Elorriaga F.-Ex diputado y ex senador

Pedro Sánchez, muy ingenioso, estampilló el neologismo “fachosfera” para incluir a todos los que se oponen a su manera de gobernar “legítimamente”. Como habla de oídas, con palabras huecas y volubles, no piensa mucho en lo que dice. Pero si lo pensase comprendería que el neologismo está compuesto de dos palabras, un improperio y una figura geométrica: facha y esfera.

La palabra facha, devenida del viejo fascismo mussoliniano, sirve en la actualidad, cuando no existe fascismo militante, para atribuir tendencias autoritarias a quienes no aprueban su manera de gobernar. Para él son fachas todos aquellos que no comulgan con su falso progresismo, sean partidos políticos, medios informativos, jueces, escritores, deportistas, humoristas, curas, militares o paisanos. Son toda esa gente que conspira para derrocarlo mediante conspiraciones perversas que sólo el detecta.

Es mala cosa, lindante con la manía persecutoria de ciertos dementes, creerse rodeado de fachas por todas partes, aunque es una manía preferente de los gobernantes personalistas autoritarios más merecedores del mote de fachas que quienes se permiten criticarlos en uso de la libertad de expresión. Pero peor es creer que estos oponentes, explícitos o implícitos, forman una esfera envolvente o sanchosfera. La esfera es una forma geométrica completa. La sanchosfera la percibe el afectado porque siente que le rodea por todas partes con una curvatura sin escapatoria. Por la izquierda, por la derecha, por el Norte y por el Sur, como una asfixiante burbuja. Cuando un gobernante se siente encerrado en una burbuja tiene un mal pronóstico.

No es extraño que quien se compromete a la aberración jurídica de que redacte una ley sus presuntos delincuentes beneficiarios, como es el caso de la proposición de Ley de Amnistía, se encuentre rodeado por una atmósfera irrespirable. Pero sí, además, su proposición de Ley está pesimamente redactada, corre el riesgo de que hasta los propios beneficiarios pasen a formar parte del cuerpo esférico conspiranoico.

Parece ser que la manía de las esferas le vino a Sánchez tras visitar en “Madrid Fusión” una máquina de esferificar alimentos presentada por los fabricantes como “la democratización de la cocina”. Sería bueno meter a todos los fachas que estorban al Gobierno en esa máquina y que se produjese una fachosfera dentro de la que pueda prorrogarse la bola progresista. El problema nace cuando los elementos que aglutinan la bola progresista se dejan centrifugar por la máquina esferificadora, como está sucediendo. Junts, Podemos y Sumar ya alardean de que el pacto de investidura fue solo para aquella y no de legislatura. “Así no se puede gobernar” se lamentó Yolanda Díaz que visitó tan afablemente a Puigdemont en su Puigdesfera y al Papa en el Vaticano, al que le habló de todo menos de la amnistía. (por algo será).

¿Podrá Sánchez aprobar algún presupuesto o alguna ley orgánica en un Congreso tan incierto? ¿Se escribirá un nuevo código penal desde la Puigdesfera del forajido? ¿Es reglamentario el cauce que ha seguido la amnistía en la Cámara Baja? Este es el mensaje negativo que, en campaña de elecciones gallegas, desciende con la música de las esferas para reforzar la herencia de Núñez Feijóo en su tierra y evaporar la burbuja sanchista con un soplo primaveral.

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