Las elecciones gallegas

Enrique Barrera Beitia

Leí el artículo de Marcos López Balado sobre las elecciones gallegas, y debo decir que me pareció muy acertado y completo, aunque siempre es posible añadir otras consideraciones. Creo que en estas elecciones hay dos características singulares y determinantes.

La primera es que los gallegos que votan a la derecha son más moderados que los del resto de España, siendo más difícil que aquí triunfen los sentimientos xenófobos, o que se perciba el uso de la lengua nativa como una expresión cultural antiespañola. Cito estos ejemplos porque tienen cierto éxito en otras comunidades.

La segunda característica es que una mayoría de gallegos cree que aquí sólo hay dos partidos serios con vocación de gobierno, el PP y el PS de G-PSOE, mientras que el resto se comporta de manera irresponsable. Esta circunstancia la aprovechó muy bien Alberto Núñez Feijoo para hacer en Galicia lo mismo que Emmanuel Macron viene haciendo en Francia: sustituir el eje izquierdas-derechas por el eje moderados-radicales, asociando a los socialistas con otras fuerzas más radicales que modifican “su comportamiento natural”. Con este mensaje fuerza que parte de sus votantes se abstengan, y dada la alta concentración del voto conservador en torno al PP, se puede alcanzar la mayoría absoluta.

Si profundizamos en lo dicho, observaremos que en las elecciones generales hay más votantes de centro- izquierda, y que en las autonómicas ambos bloques se igualan. La ventaja de 115.000 votos del centro izquierda en 2019 se redujo en 2020 a sólo 35.000, es decir, los gallegos de derechas repitieron su voto mientras que alrededor del 20% de los votantes de izquierda se abstuvieron.

Como quiera que las últimas elecciones generales la izquierda sólo logró una ventaja de 40.000 votos, el panorama debería estar muy despejado para el candidato popular, aunque las encuestas advierten que la abstención prevista será menor que la de hace cuatro años.

Rueda sigue siendo favorito, pero para que la estrategia del PP gallego funcione nuevamente es necesario que la campaña electoral no moleste ni active a esos votantes de izquierdas que se quedan en casa, y siempre existe el riesgo de que aparezca “algo” que bien podrían ser los vertidos en nuestras playas y rías.

El riesgo no son los vertidos en sí sino la gestión de la crisis. No cabe duda que estos plásticos no constituyen una catástrofe ecológica comparable a la del Prestige de 2002, y tampoco se puede responsabilizar del origen de los vertidos a la Xunta, pero haber negado inicialmente gravedad a los vertidos, querer justificar el retraso en pasar al nivel 2 de alerta y descalificar a las organizaciones ecologistas, son comportamientos que molestan al votante de izquierda y hacen que se sienta engañado e insultado.

 

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