Hombre de poca fe

Pedro Sande García

Es una frase, la que da título a esta crónica, que se suele utilizar de forma coloquialmcuando alguien nos dice que va a hacer algo y no le creemos, y en el momento que consigue hacerlo es cuando nos define como hombre de poca fe. El origen de este aforismo está en un pasaje bíblico (evangelio según San Mateo 14,22-36) que nos cuenta cuando Jesús, andando sobre las aguas, se dirigió a sus discípulos y Pedro dudo de él.

En mi caso, es una frase que flota con cierta frecuencia sobre mis pensamientos y no aplica solo a la fe que tengo sobre mi persona, escasa en la mayoría de las ocasiones, sino a la falta de fe que tengo en el comportamiento del ser humano. Y me estoy refiriendo al comportamiento en sentido positivo, entiendo lo complicado de lo que acabo de decir ya que cada uno de nosotros tendrá una idea diferente de lo que debe acompañar a un comportamiento positivo. No tengo una frase que defina ese positivismo al que me estoy refiriendo pero si un conjunto de calificativos que lo podría englobar: indulgente, magnánimo, dialogante, respetuoso, afable, tolerante y amable. Por el contrario, si pienso en el comportamiento del ser humano como algo negativo ahí sí que me considero un fervoroso creyente.

Es posible que esta falta de fe se deba a que le estoy exigiendo al ser humano algo que está fuera de sus capacidades y, por lo tanto, mis exigencias no tienen nada que ver con la propia naturaleza de nuestros congéneres. Es cierto que estoy expuesto, creo que como todos ustedes, a una contaminación mediática que solo resalta todo lo negativo que ocurre a nuestro alrededor, tampoco los hechos positivos que suceden son para tirar cohetes. Además, imagínense que los medios de comunicación y las redes sociales solo resaltaran lo positivo que ocurre a nuestro alrededor, el buenismo en exceso seguro que lo tacharíamos de cursi y ridículo.

Voy a ponerles varios ejemplos de hechos que están ocurriendo o han ocurrido en fechas recientes: El terrorismo contra la población de Israel y la posterior invasión salvaje de los territorios Palestinos, el tono del debate político en España, el histrionismo del ganador de las elecciones en Argentina y para terminar, podría citarles muchos más ejemplos, el porte y la apariencia de una gran mayoría de los asistentes a la gala de entrega de los premios Latin Grammy celebrada en Sevilla. Seguro que algunos o muchos de ustedes pensarán que es una frivolidad haber mezclado el dolor de una población asediada por la guerra con el paseíllo por una alfombra roja. Solo les puedo decir que tienen toda la razón, es una frivolidad. Una frivolidad con la que demostrarles mí falta de fe en aspectos tan dispares pero con los que soy capaz de modular la importancia de cada uno de ellos.

Soy una persona que de manera continua me hago preguntas y me cuestiono mucho de lo que pienso o hago, no les aconsejo que lo practiquen ya que crea una inestabilidad emocional nada aconsejable. No son dudas, es que casi siempre quiero ir más allá y el problema es que en muchas ocasiones no hay más allá. Vuelvo con los ejemplos ¿Qué tendría que ocurrir para que yo tuviera fe?, ¿Qué no hubiera guerras?, ¿Qué todos fuéramos seres bondadosos?, ¿Qué la discrepancia se resolviera con el dialogo sosegado?, ¿Qué todos los seres humanos tuvieran un aspecto exterior bajo los estándares que yo considero adecuados? Eso no sería tener fe, eso sería pensar que el
mundo en el que vivimos y las personas que nos rodean deberían regirse bajo unas normas dictadas por mí. Los que han intentado llevarlo a cabo siempre se han convertido en unos tiranos.

Es por todo ello, y perdonen que de nuevo les muestre mis dudas, por lo que pienso si ¿debería abandonar mis cuestionamientos, obviar la falta de fe y aceptar la realidad tal como es? Imposible, dejaría de ser yo y creo que la duda, pese a todo lo dicho, me permite tener cierta estima sobre mí mismo. Vuelvo, para terminar, a los ejemplos que les he puesto. Sobre el aspecto del ser humano, ya les he dicho que es una frivolidad y no voy a levantar mi voz en exceso, pero lo que nunca aceptaré, y son algunos de los pilares en los que se sustenta el haberme convertido en un hombre de poca fe, es la brutalidad de lo que está ocurriendo en Palestina, a los caudillos sean histriónicos o no y al debate bronco y barriobajero. En estos casos, la vulgaridad o la elegancia de los ropajes es pura anécdota.

Cuídense mucho.

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