La chapuza de la plaza de Armas de Ferrol, una mala herencia

José Carlos Enríquez Díaz

Cientos de estrías cruzan la controvertida superficie, síntoma visible del deterioro de un recinto al que el gobierno local de Rey Varela asegura que intentará buscar solución.

Sin haber cumplido aún los tres años y medio de existencia, el recinto de la plaza de Armas está plagado de estrías excavadas por una lluvia que se lleva el terreno y arrastra la arena pendiente abajo.

Recién estrenada la obra en el verano del 2020 ya surgian las primeras quejas vecinales por el deterioro del flamante pavimento terrizo, que ocupa 2.600 metros cuadrados del renovado espacio. Y no han cesado.

Al comienzo de la obra se movilizó a las empresas implicadas en la plantación, por lo que se desplazó a la ciudad un técnico del vivero de Holanda del que se importaron los árboles y otro de la firma portuguesa que suministró la tierra estabilizada que cubre 2.600 metros cuadrados de la plaza, junto con el arquitecto coruñés Carlos Pita, autor del proyecto de reforma y director de la obra.

 El gobierno de Ángel Mato informaba al respecto que el pavimento terrizo es el que se contemplaba en el proyecto heredado del anterior mandato y que no está previsto hacer nada al respecto.

Por aquel entonces, Rey Varela exigía explicaciones sobre el coste de la actuación y su ejecución. Sin embargo, tres meses después, a finales de junio, volvía a explanarse el firme de tierra de Armas, que acusaba de nuevo los efectos de las lluvias y las escorrentías, trazando surcos y arrastrando el material hacia la acera de la calle Real.

Así las cosas, el arrastre del material ha desenterrado parcialmente la rejilla que atraviesa de lado a lado el rectángulo terroso. Y el listón metálico emerge a la superficie,  provocando los traspiés  y formando escalón en algunos puntos. Además, algunas losas de la franja de pavimento de granito que discurre frente al edificio de Ayuntamiento se muestran agrietadas y rotas.

Además de todo esto se suma la apremiante situación de los veintiún tilos traídos desde Holanda como elementos estrella de la reforma, que presentan problemas de riego ligados a la tierra compactada, y que ya  a acusan síntomas de estrés, con mortalidad estructural y las  copas empobrecidas.

 Esto es lo que nos han dejado los gobiernos de izquierdas a  los ciudadanos:  Xaime Bello gastó millones y dejo dos agujeros. Uno enorme en la plaza de España y otro en las arcas municipales.  Todo por querer retirar una estatua que se podría haber hecho con el 5% de lo que costó destrozarla. Los inteligentes  de la bañera, invierten en uno de los proyectos peor valorados por los ferrolanos y tiran el dinero en árboles holandeses. ¡En Galicia no hay…!

Nos han contado de todo y dicho casi todo. Pero algo sigue siendo palmario, que flojos líderes hemos tenido.

Pocos, salvo los acólitos están dispuestos a aplaudir sin crítica y menos, autocrítica de algún tipo. Sedicentes en lo nuestro. Complacientes. Pero desalmados con lo de los demás.

La chapuza pública tiene como una de sus causas, en primer lugar, el desgobierno o el descuido absoluto de esas máquinas que no son precisamente de precisión llamadas Gobiernos.

También se debe, y en no poca medida, a una pésima extracción del mal llamado talento político, que hoy en día nadie sabe dónde se encuentra, plagadas esas filas, con contadas excepciones, de elementos de marcada mediocridad, que han encontrado en la actividad política e institucional el lugar en el que vivir cómodamente sin tener que acreditar saber hacer casi nada, decidir poco y reformar menos; pero cuando se ponen a ello alegremente, pónganse a temblar; un oficio político, además, cuyas exigencias se limitan a repetir consignas vacuas y descalificaciones al contrario, aplaudirse de forma enfervorizada unos a otros, más cuando las cámaras les captan, aunque luego entre ellos tampoco reine la paz ni nada que se le parezca.

El desprestigio (más que desafección) de la política hace que de ella huyan quienes dos dedos de frente tienen, mucho más aquellos que puedan ganarse la vida sin hacer genuflexiones permanentes ni adular cansinamente a quienes de ellos depende su continuidad en las nóminas públicas.

Para que un país funcione razonablemente, no vale con llenar las instituciones y regar con buenos emolumentos a decenas de miles de cargos públicos representativos, ejecutivos, directivos, asesores y la madre que les parió, que por lo demás, en su mayor parte, aparte de fidelidad perruna a las siglas o al jefe/cacique político de turno, poco acreditan; puesto que las responsabilidades públicas se deberían cubrir (vano sueño) con la personas más idóneas.

Las puertas giratorias entre entidades vecinales y partidos políticos no acaban de convencer a más de uno. ¿Los presidentes utilizan la asociación como trampolín para entrar en política? ¿O es que los partidos buscan perfiles activos de la ciudad para sus listas? Algunos de estos trepas para llegar a asesores políticos lo mejor que saben hacer son los anuncios de grupos de WhatsApp en las entidades vecinales sobre defunciones o perros perdidos…

Así, pues, si se nombra como responsable político o directivo a quien poco o nada sabe sobre su negociado, o se buscan asesores que tampoco asesorar saben, que nadie se eche las manos a la cabeza si las cosas salen torcidas. Sería un milagro que salieran de otro modo.

Se acaba un tiempo y a Dios gracias parece que llega para nuestra ciudad un alcalde  con sensatez y claridad, pero sobre todo con la energía y el coraje suficiente para cambiar el ritmo, el paso, el comportamiento, la actitud y las cosas. No caigamos en los errores permanentes y atribularios del ayer. Erre que erre repetimos a lomos de esa sempiterna mula vieja.

 

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Un comentario

  1. Excelente. sin pelos en la lengua…