En los nueve primeros meses del año, el tráfico en las dársenas ferrolanas contabilizó un total de 4.634.678 toneladas frente a las 4.165.880 del mismo periodo de 2022.
El Puerto de Ferrol continúa la senda de crecimiento y lo hace en un contexto generalizado de contracción del movimiento de mercancías en el conjunto del sistema portuario español. Las dársenas ferrolanas resisten, por lo tanto, a la ralentización que se vive en el comercio a nivel mundial y, entre el 1 de enero y el 30 de septiembre, han movido un total de 4.634.678 toneladas de mercancías frente a las 4. 165.880 del mismo período del 2022. Esto supone un crecimiento del 11,27 % con respecto a los nueve primeros meses del año pasado. Un incremento significativo, especialmente si tenemos en cuenta que en el conjunto del sistema portuario se produjo una caída del 4,1 % con los datos consolidados a 30 de agosto.
El incremento de la actividad en el puerto de Ferrol se registra en todos los tipos de tráfico. Los graneles líquidos, con 2.734.470 toneladas, han crecido un 10,5 %; los graneles sólidos se han incrementado un 11 % alcanzando las 1.099.310 toneladas, y la mercancía general ha experimentado un aumento del 13, 9 % llegando a las 800.898 toneladas.
Sin embargo, mientras los muelles de la ría de Ferrol consolidan una senda de crecimiento, la situación en A Mariña es muy diferente. La paralización de Alcoa está lastrando de manera significativa los resultados de San Cibrao que continúan en descenso. A 30 de septiembre de este año la caída ha sido de un 60,65 % con respecto al mismo periodo del ejercicio anterior, una reducción que afecta a todos los tipos de tráficos. Se ha pasado de los 4,7 millones de toneladas en los nueve primeros meses de 2022 a 1,8 millones este año.
Estos datos afectan al cómputo general de la Autoridad Portuaria. Con datos aún provisionales, las empresas que operan en los muelles de Ferrol y San Cibrao movieron desde el 1 de enero al 30 de septiembre un total de 6.474.946 toneladas de mercancías frente a las 8.842.566 consignadas en las mismas fechas de 2022. Se produjo, por lo tanto, un descenso en el cómputo general de la Autoridad Portuaria de 26,78 puntos porcentuales respecto al mismo periodo del último ejercicio. Por tipo de mercancía el desglose arroja que el tránsito de graneles líquidos alcanzó las 2.807.282 toneladas; el de sólidos, las 12.865.053; y el de mercancía general, las 802.611. El primero subió un 4,9 % en comparación con 2022; el segundo bajó un 47,4 %; y el tercero se incrementó en un 12,2%.
El ránking de mercancías lo lidera el GNL que se sitúa como el primer tráfico con 1.536.117 toneladas movidas (+22,2 %). El segundo lugar lo ocupa la bauxita con 1.204.692 toneladas en los nueve primeros meses de este ejercicio frente a los 3.314.517 del mismo periodo del 2022. Es decir, con una caída del 63,65 %. La clasificación la completan el fuel oil (800.804 toneladas), el carbón (653.820), la alumina (561.051), la madera (305.375) y los aceites (264.857). La mercancía contenerizada, por su parte, alcanzó las 276.797 toneladas, 6.200 toneladas más que en el mismo mes de 2022. Es decir, a pesar de la ralentización del movimiento de mercancías en los meses de verano, la terminal de Caneliñas creció un 2,3 %.
“Los datos de estos nueve meses confirman que en la ría de Ferrol el crecimiento de los tráficos se consolida a pesar de que el contexto general no está siendo fácil. Por eso seguimos siendo cautos, porque la incertidumbre que se está viviendo a nivel internacional está ralentizando el comercio mundial. Somos prudentes, aunque también optimistas por la evolución que están experimentando las operaciones en los puertos ferrolanos y que es fruto de un trabajo constante, tanto por la atracción de nuevas industrias como por la apuesta por la mercancía de contenedores”, explicó el presidente de la Autoridad Portuaria. La situación de San Cibrao, sin embargo, se ve con preocupación.
“Estamos muy pendientes del futuro de Alcoa, no sólo por su repercusión en el puerto, sino por el impacto en la economía y el empleo en A Mariña. Es la consecuencia de la abrupta transición energética a la que hemos tenido que enfrentarnos y a una inestabilidad en los mercados que, aunque de forma más atenuada, sigue generando incertidumbre”, concluye Francisco Barea.