Julia M.ª Dopico Vale
La sensogenómica es una nueva disciplina de la ciencia que investiga cómo los estímulos sensoriales repercuten en nuestro ADN con la finalidad de que a través de la genética se puedan curar o paliar enfermedades siguiendo la línea de las nuevas tendencias hacia la medicina personalizada.
El primer paso de esta investigación liderada por el Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago de Compostela se centra en la música, surgiendo así “SENSOGENOMA”, el proyecto que incluye conciertos experimentales que unen por primera vez a la ciencia y a la música‒ la de la Real Filharmonía de Galicia‒ en un proceso que incluye la toma de muestras biológicas entre el público voluntario antes y después de los conciertos y que se hizo por primera vez en septiembre de 2022 clarificando un efecto activo en pacientes con Alzheimer y TEA ( trastorno del espectro autista).
Esta misma semana se repitió en el Auditorio de Galicia con dos conciertos: el primero destinado a un público perteneciente a asociaciones de pacientes y el segundo, este mismo sábado, al público en general.
La etnomusicología ‒que estudia los orígenes del arte musical‒ establece que ya en la Prehistoria la música se utilizaba en ritos mágicos, religiosos y de sanación, que en el Antiguo Egipto servía para “curar el cuerpo, calmar la mente y purificar el alma” y que en Grecia se establecen los efectos de la música sobre la fisiología y las emociones, incidiendo los modos de las melodías en “afectos” como la alegría, la melancolía, la dulzura, el sosiego o la piedad. Antiguos saberes que se fueron diluyendo a través del paso del tiempo y del oscurantismo que persiguió siempre al conocimiento. Baldur Brönnimann, director musical de Sensogenoma 2023, auspiciaba prescripciones médicas que recomienden “un poco de Brahms” o “algo de Strauss”.
Yo les recomendaría para esta mañana de domingo la célebre Mattinata de Leoncavallo. Bonita y serena manera de empezar el día.