Gabriel Elorriaga F.-Ex diputado y ex senador
Progredumbre es el término que corresponde a la ensaladilla de partidos antiespañoles, anticonstitucionales y antimonárquicos que completan las cuentas de la lechera de Pedro Sánchez. Llamarles, como es costumbre, progresía es retratar a este conjunto heterogéneo como si fuese una capa social, como la burguesía, intermedia entre la élite y el proletariado en una interpretación marxista de la dialéctica social, cuando solo se trata de una suma de oportunistas contradictorios. Se han acogido en gran parte bajo el nombre de “Sumar”, el trampantojo de Yolanda Díaz en su doble rol de vicepresidenta del Gobierno de Sánchez y de comunista descarriada. Forman parte de esa progredumbre partidos separatistas como ERC y JUNTS que no se dignaron concurrir a las consultas del Rey lo que significa que el jefe del Estado no pudo conocer fehacientemente a qué candidato a la Presidencia del Gobierno pensaban apoyar. Incumplida la prerrogativa real, Alberto Núñez Feijóo fue el único candidato presentable por su mayoría de votos conocidos por el jefe del Estado y la presidenta de las Cortes.
Ante la probable frustración de la propuesta de Feijóo se pretende la posterior presentación de Pedro Sánchez que presume de poder comprar todas las voluntades separatistas tenidas como progresistas con alivios penales y consultas sospechosas de inconstitucionalidad. No se sabe si en una segunda ronda de consultas ERC y JUNTS se van a dignar informar al Rey de sus propósitos. Ni si Sánchez considera que el Rey pueda proponerlo sin que le presente otros datos confirmados que la ilusión de que estos partidos rebeldes le han prometido dejarse comprar a última hora. ¿Sería presentable un candidato sin que se hayan completado suficientemente las informaciones que permitan a Su Majestad cumplir con su prerrogativa confirmada por la presidenta de las Cortes? -Sí, Majestad, porque los tengo comprados- sería la única respuesta imaginable de un Sánchez desvergonzado. Salvo que Sánchez, como sugiere algún profeta, le diga al Rey que no está en condiciones de presentarse y vayamos a nuevas elecciones.
El día en que Sánchez se diluya, pues aunque tiene el arte de la resistencia no tiene el don de la eternidad, la progredumbre se desintegrará como lo que es. Una coincidencia solo unida coyunturalmente para impedir que España pueda tener un Gobierno con autoridad. La única meta común es elegir lo peor para el interés de los españoles como miembros iguales de una patria común. De progresismo nada. Si fuese posible regresarían a los reinos de Taifas. No puede considerarse progresivo hacer depender nuestro Gobierno de quienes su objetivo político es salir de España.
La situación que se contempla en estas vísperas de hipotéticas investiduras es que Feijóo se quede a cuatro escaños de la mayoría absoluta como Sánchez se puede quedar más tarde a siete escaños teledirigidos por el prófugo Puigdemont. Igual de insuficiente, salvo que Sánchez crea que puede subastar esos votos a cambio de una amnistía fraudulenta que beneficie al prófugo. Es casi imposible que pueda tramitarse una fórmula que pueda ser respaldada jurídicamente por el Tribunal Constitucional si es recurrida. Sánchez puede equivocarse en su estrategia con Puigdemont que ya se siente ganador frente a Esquerra Republicana de Cataluña gracias a su exigencia de amnistía-exprés. El Tribunal Constitucional ya no está formado por complacientes aspirantes de simpatía progresista sino por magistrados consolidados. Don Cándido Conde-Pumpido, nacido en La Coruña el 22 de septiembre de 1949, preside desde enero de 1923 dicho tribunal y es estimado por la progredumbre como síntoma de parcialidad. Pero tal presunción adolece del defecto visual de que Cándido Pumpido no es un militante socialista sino un jurista que ha llegado a la cumbre de su carrera sin la idea de iniciar otra carrera política cuando termine su mandato cerca de los ochenta años. Su deseo natural será terminar su carrera como un correcto magistrado y no como un cooperador de extravagancias jurídicas. El trampantojo soñado puede ser una ley orgánica de amnistía recurrible ante el Tribunal Constitucional que dicho tribunal no sentenciará negativamente hasta pasada la investidura. Pero ese trampantojo ya no engaña al resabiado Puigdemont. Es obvio que el actual presidente del TC se encuentra cómodo en los ambientes de progredumbre pero es temerario atribuirle un servilismo total ante un presidente del ejecutivo retostado y requemado en al fuego de su propia versatilidad.
Ante las jornadas que vienen conviene recordar la sentencia latina que transcribo por la solemnidad del lenguaje: ”Iniusta ab iustis impetrari non decet” que quiere decir “Pretender injusticia de hombres justos es indecente”. A la progredumbre no le gusta el latín. Prefiere las lenguas oficiales de las Comunidades Autónomas. Pero a los juristas si les gusta el latín y a algunos políticos también. Por eso sabemos que no se puede entregar la llave del Gobierno a quienes pretenden acabar con la separación de poderes en beneficio de un poder personalista. Eso solo fue una ocurrencia de Yolanda y la progredumbre ¿Será capaz de tal renuncia Sánchez? Otros cambios de rumbo ha dado. Por ahora un silencio inquietante.