Nuestro próximo salto evolutivo: El ser humano de cuello encorvado

Pedro Sande García

 

El andén del metro es un lugar que me permite aprender multitud de características de la evolución y del comportamiento del ser humano. Escribir es el resultado de convertir en palabras el ejercicio de la observación. La observación y un viaje en metro fue el origen de esta crónica.

Se cree que el ser humano comenzó a caminar sobre dos piernas, es posible que en aquellos tiempos fueran patas, hace 7 millones de años. En principio ese gran salto evolutivo se tradujo en una postura encorvada del tronco y con las dos piernas flexionadas. No suele ocurrir que los cambios evolutivos se produzcan por azar, siempre hay alguna razón que los puede explicar. El proceso que llevo a nuestros antepasados a caminar erguidos, con el cuerpo y las piernas estiradas, momento en el que dejaron de ser patas, tiene su explicación en la comodidad y el menor consumo energético necesarios para recorrer largas distancias en épocas de escasez de alimentos.

Los cambios evolutivos se suelen producir de manera imperceptible, como si se estuvieran grabando a cámara lenta. Cuando han pasado millones de años y los
visualizamos a cámara rápida somos conscientes de la cantidad de modificaciones que se han producido tanto en nuestro comportamiento como en nuestro aspecto físico. Les propongo que hagan un ejercicio de observación, busquen una imagen de nuestros ancestros hace 7 millones de años y compárenla, como si fuera el juego de buscar las diferencias, con nuestro aspecto actual. No les voy a pedir que averigüen las razones por las que se ha producido todos los cambios que ustedes hayan descubierto, ejercicio que tampoco voy a hacer yo, pero piensen que algunos de esos cambios no son debidos a mejoras evolutivas y solo han sido causados por nuestro comportamiento o por nuestra forma de actuar. Un ejemplo de esto último es la reducción de pelo que cubre nuestro cuerpo, parece evidente que el hecho de haberlo cubierto, de forma permanente, con todo tipo de indumentarias ha reducido la necesidad de que la capa peluda sea nuestra
protección natural ante las inclemencias meteorológicas. Un caso curioso ocurre con el sexo masculino, con el que las leyes de la estética no son tan exigentes como con el sexo femenino, y el pelo que recubre la zona de las piernas a la altura de las espinillas. La desaparición de dicho pelo no responde a ninguna mejora del organismo, con toda probabilidad se ha producido por el uso de calcetines.

Los que han leído con anterioridad alguna de mis crónicas se habrán dado cuenta de que en todas ellas se repiten los rodeos que suelo dar antes de abordar el tema central, creo que ha llegado el momento de centrarme en la observación que origino este artículo. En el siglo actual los seres humanos seguimos caminando sobre dos piernas con todas las partes de nuestro cuerpo erguidas. Salvo por algún problema físico siempre llevamos el cuello, el tronco y las piernas rectas y estiradas. Pero algo está ocurriendo en el comportamiento humano ya que cada vez hay más personas, en algunos momentos son mayoría como ocurrió en el metro, cuya postura natural, tanto al andar como al estar parados o sentados, es con el cuello ligeramente encorvado mirando u observando la pantalla del móvil. Esta modificación postural se está convirtiendo en la forma natural de moverse y acabará transformando a los humanos en individuos, conmigo que no cuenten, que dejarán de mirar hacia el frente como se ha hecho a lo largo de los últimos millones de años de historia. Sin duda este proceso evolutivo convertirá en habitual la postura de mirar el móvil de manera que no será necesario forzar el encorvamiento del cuello. Sin duda tendrá inconvenientes, el número de accidentes, tropezones, choques, colisiones y trompadas se incrementará de manera sustancial. Y que me dicen de la cantidad de
actividades diarias que se verán afectadas por este cambio de postura como conducir, ver la televisión, cocinar, jugar al tenis…imagínense a 22 individuos corriendo detrás de un balón y mirando al suelo, acabarán todos incrustados en las vallas publicitarias y en el caso del cancerbero no verá ni una. Piensen en lo que ocurrirá a la hora de hablar o de conversar, ¿mirando al suelo? A los que así lo hacen en Galicia los denominados túzaros «personas que no les gusta tratarse con otros y que son difíciles de tratar». Creo que cuando se llegue a ese punto en la evolución, cuando el ser humano se haya convertido en una especie con el cuello encorvado, el hablar, conversar y dialogar como hasta ahora lo conocemos habrá desaparecido, las personas solo se comunicarán y lo harán a través de algún artilugio evolución de los actuales teléfonos móviles. Dejó para otra crónica los cambios mentales, intelectuales y hasta espirituales que se irán produciendo, algunos ya se han producido, cuando la observación del móvil se haya convertido en la posición natural de la raza humana.

No sé si les ha pasado a ustedes, a mí me irrita mucho, cuando voy caminando por la calle y me encuentro que de frente viene un ciudadano con el cuello encorvado obsesionado con la pantalla del móvil. Un comportamiento que no respeta las más elementales normas de circulación y que además puede ser motivo de algún desagradable accidente. En alguna ocasión he voceado o tocado las palmas con suavidad, no les aconsejo que lo hagan ya que se pueden encontrar con una reacción violenta del Miura que viene de frente. En fin, a mí me parece que en el actual proceso evolutivo del ser humano, tanto el postural como el intelectual, se está produciendo un retroceso. No sé qué ocurrirá dentro de millones de años pero es posible que el mundo este poblado por seres de cuello encorvado con sus cuerpos cubiertos de pinturas y los órganos articulatorios del lenguaje atrofiados.

Cuídense mucho.

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