Juan Prado Piñeyro-Abogado
Hace ya varios meses que no envío ningún artículo a la prensa. Y ello obedece a que con sólo pensarlo se me disparan los nervios hasta el punto que me pueden provocar un infarto. Y no quiero darles el placer a Pedro Sánchez y los que ya podemos considerar “sus secuaces” de evitarles un voto en contra en sucesivas elecciones. Jamás pensé que pudiera ocurrir lo que está ocurriendo. Que un político ignorante, megalómano, chulo, mentiroso hasta el punto de llegar a decir que sólo él dice la verdad (el que quiera conocer más rasgos de su perfil que lea el librito que acaba de publicar Rosa Díez sobre su “indigna” figura) pudiera convulsionar a una nación cuya lengua habla medio planeta, es algo que sigo pensando es un mal sueño. Una pesadilla.
Hablaba Paco Vázquez, ya sin pelos en la lengua, de que este hombre pretende dar un pucherazo con la fijación de las elecciones generales para el 23 de julio. Alfonso Guerra que tampoco se priva de destacar la afectación de su imagen, el terrible vacío de todo cuanto dice, e incluso reconocer el fracaso “del partido que hoy tenemos”, etc… y en términos generales la indignación por doquier, en el conjunto de todos los hoy llamados comunicadores, que critican, critican y critican, pero no ven salida y esperan que al final ni siquiera pueda salvar al felón la trampa de la fecha elegida. Pues señores, corremos un gran riesgo. Y no duden que si al final los resultados (tras la abstención y voto por correo) permiten constituir coalición frankenstein, no sólo la tendremos, sino que a todo aquél que la cuestione será tachado de fascista y cuatro años más este país no lo aguanta. Así que hay que buscar soluciones.
Hace años, cuando yo era un joven abogado, tuve la suerte de conocer a un presidente de Sala de las ya desaparecidas Audiencias Territoriales. Era, como se suele decir, un juez de los de antes. Hombre correcto, educado, sabio, vamos, en suma, venerable. Estaba yo en las oficinas de su Sala y apareció él con su toga. Me preguntó con educación exquisita y creo recordar, con cierto aire paternal dada mi edad, si era yo el letrado del próximo juicio. Le contesté que sí. Y me dijo que sus funcionarios me atenderían ante cualquier contingencia. Y en cualquier caso él estaría en su despacho dónde igualmente sería cordialmente recibido. No sé cómo pero la conversación se extendió y recuerdo que me dijo algo que tuve presente el resto de mi vida como abogado ejerciente. Y ya han pasado cuarenta años. Me decía: si sabiendo que la razón le ampara y no encuentra la norma jurídica aplicable, busque, busque, porque terminará encontrándola; el ordenamiento jurídico está hecho con sentido común. Y siempre tuve en cuenta esa consigna. Me decía otro abogado con el que hice prácticas en los comienzos, que a veces le venía la solución al problema mientras se estaba afeitando después de levantarse de la cama. Doy fe de que también me ocurrió a mí.
Y si digo lo que digo es porque me rebelo ante la resignación del pucherazo al que alude Paco Vázquez, o a la de que el PSOE haya de sucumbir a la chulería de un megalómano ignorante y sin escrúpulos, con su caterva de pelotas indecentes, así como de la opinión común de que no hay nada que hacer. Sí, yo opino que sí hay algo que hacer. Lo decía aquel magistrado de la Audiencia Territorial. Busque, busque, y encontrará. El ordenamiento jurídico está construido bajo el sentido común. ¿Y dónde hay que mirar ante una determinación constitucional? Obviamente en la mismísima Constitución. Pues vayamos allá:
Si nos detenemos a leer el artículo 9 de la vigente Constitución Española necesariamente tenemos que concluir lo siguiente:
1) Tanto los ciudadanos como los poderes públicos están sujetos a ella así como al resto del Ordenamiento Jurídico.
2) Los poderes públicos están obligados a facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política económica, cultural y social.
3) La Constitución garantiza la interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos, o en otras palabras para quien no sepa qué significa exactamente interdicción, la Constitución garantiza el ejercicio de los derechos civiles definidos en la Ley, ante la privación de los mismos por la arbitrariedad de los poderes públicos.
Este es el marco legal que fija la Constitución. Veamos ahora qué ocurre con la convocatoria de elecciones el 23 de Julio:
1) Gran parte de los ciudadanos, o sea, no unos pocos, cuya ausencia se pudiera considerar escasamente apreciable, sino más bien un conjunto de amplitud suficiente como para variar el signo de unas elecciones, no van a poder ejercer presencialmente su derecho al voto por hallarse de vacaciones. Bien por tenerlas ya comprometidas mediante la compra de billetes, alquiler de vivienda o acuerdo con otras personas con quienes iban a compartirlas, aparte de otros sinfin de razones que pudieran concurrir.
Podría argüirse en contra que existe la posibilidad del voto por correo. Pero ese argumento no puede considerarse válido, toda vez que, aparte de las suspicacias que origina, bastante amplificadas en los medios de comunicación, estamos ante un sistema de voto de excepción para casos singulares que
garanticen el derecho a quien en condiciones particulares no podrían llevarlo a cabo. Claro que hacer de la excepción norma general este gobierno sabe mucho, y por ello ha desnaturalizado la figura del Decreto Ley para legislar a su antojo. Pero es que aunque la planificación de las vacaciones muchos ciudadanos no las tuvieran decididas resulta indudable que la fijación de esa fecha las condicionaría inexorablemente.
2) Canícula. En determinadas zonas de España la ola de calor es tan grande que muchas personas se verían impedidas para salir a la calle, porque esa hora en el exterior podría ser letal. Hablamos de ancianos y personas de salud precaria. Yo que, vivo en Canarias, recuerdo un agosto de hace unos cuatro años en que tomé la decisión de no volver a estar en Madrid en ese mes. Cruzar la calle para ir al supermercado a comprar agua mineral era suficiente para llegar descompensado a casa, dónde me esperaba un aire acondicionado que me solucionaba de momento, pero que a la larga me produjo un desequilibrio patológico que tardó un mes entero en desaparecer de vuelta a la isla.
3) Resulta obvio que el presidente del gobierno no está obligado a fijar una fecha maldita para los ciudadanos, sino más bien a facilitar la participación de todos ellos en la vida política económica, cultural y social.
4) Consecuentemente, y más teniendo en cuenta que había otra ya señalada en calendario razonable, debería ajustar el adelanto electoral a un mes que no provocara distorsiones en los ciudadanos por haber vuelto en su mayoría de vacaciones. Es decir, una fecha tal como mediados de septiembre o primeros de
octubre evitando todo tipo de inconvenientes y suspicacias.
5) CONCLUSIÓN:
a) Los poderes públicos (léase presidente del gobierno) no está facilitando la participación de todos los ciudadanos en la vida política económica, cultural y social.
b) La Constitución no está garantizando la interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos (léase presidente del gobierno), o en otras palabras, el presidente del gobierno está actuando arbitrariamente en su propio beneficio y en flagrante fraude de Ley, violentando conscientemente la Constitución, al no garantizar el ejercicio de los derechos civiles definidos en la Ley.
c) Si tanto los ciudadanos como los poderes públicos están sujetos a la Constitución así como al resto del Ordenamiento Jurídico, es obvio que se está violentando la misma, lo cual conlleva implícitamente una nulidad de pleno derecho de semejante convocatoria.
En un país como España, en lo que si hay algo en exceso es la cantidad de leguleyos por metro cuadrado, resulta incomprensible que no haya salido voz que denunciara que nos hallamos ante una convocatoria electoral nula de pleno derecho. Sí, ya sé, ahí tenemos al sátrapa judicial del poco cándido, y mucho “conde” Pumpido, que maneja la ley que se saca las soluciones de la chistera. Pero también sé que si esto en vez de ocurrir en España bajo la promoción de un tal Pedro Sánchez hubiera ocurrido en Francia bajo la promoción de un tal Macron, habrían salido a la calle sindicatos, asociaciones de jueces, fiscales, y pueblo en general para barrerlo hasta mandarlo a la Guayana.
Claro que esta es mera especulación porque ni a Macron, ni a cualquier otro presidente o primer ministro se les ocurriría acto semejante. Porque para hacer eso no basta ser megalómano. Hay que ser además chulo.
Y para terminar, a modo de coda musical, y de gallego a gallego, quiero transmitirle al señor Feijoo que no se olvide que Isabel Díaz Ayuso, demostrando ser una mujer valiente, inteligente y razonable, consiguió lo que consiguió yendo con la verdad por delante. No dudó en decir que pactaría con Vox si la realidad se lo imponía. Piense que hay mucha gente que está dudando entre votar al PP o a Vox.
Sepa que si usted reniega de Vox como al parecer (nunca mejor dicho) está manifestando, no se va a llevar usted los votos del desaparecido partido Ciudadanos, ni los del PSOE descontentos, se va a privar de los del PP que se van a Vox. Y mire por dónde pudiera ocurrir que se convirtiera en su telonero. Es posible que esté exagerando. Pero no se olvide Nuñez Feijoo… “cosas veredes Mío Cid, que farán fablar las piedras…”