Pedro Sande García
Mis primeros recuerdos de cuando comencé a tener autonomía para ir a la peluquería me llevan a mi lugar de nacimiento, Ferrol, y al barrio de Canido. Allí, cerca de la plaza del Cruceiro, mi memoria me muestra una encantadora peluquería donde un señor del que no recuerdo su nombre, un señor mayor, me río de esta última expresión dado que es posible que aquel señor fuese más joven de lo que yo soy ahora. El ser mayor es algo que yo no puedo controlar, es el tiempo quien gobierna mi edad, yo solo puedo gobernar mi comportamiento para intentar ser un señor. Aquel hombre no solo me cortaba el pelo con la profesionalidad y la delicadeza que son adjetivos inherentes a los señores, también recuerdo que cuando comencé a ganar mis primeras pesetas, moneda cuyo uso también me hace mayor, fui, creo que en dos o tres ocasiones, a que me afeitara.
Es difícil encontrar una sola palabra que recoja los sentimientos que me produce ese recuerdo, si cierro los ojos, como lo hacía en aquella situación, casi soy capaz de volver a disfrutar con aquella toalla templada y ligeramente húmeda que me ponía en la cara y sobre la que ejercitaba un suave masaje.
Me fui a vivir a Madrid y durante un tiempo estuve dando tumbos buscando otro señor que como aquel me cortara el pelo, lo del afeitado he preferido mantenerlo en el recuerdo. Creo que ya fue hace 20 o 25 años cuando encontré al profesional y al señor al que le he sido fiel hasta la actualidad, cada vez es más difícil mantener la fidelidad, yo la tengo debido a que he encontrado a un señor que es un excelente profesional, una excelente persona y un excelente conversador.
Durante todos estos años el sector de la peluquería ha ido evolucionando y especializándose, de aquellas peluquerías, exclusivas unas para caballeros y otras para señoras, se pasó a las peluquerías unisex. Me acuerdo como me reía con algunas amigas dado que yo estaba convencido de que unisex era un «único sexo», es decir hombres o mujeres. Fue el diccionario de la RAE el que me convenció de mi tremendo error, «Unisex» Que es adecuado o está destinado tanto para los hombres como para las mujeres. Caballeros y señoras son una especie en peligro de extinción. Rebuscando por la red he descubierto que España es el país de Europa con más peluquerías, tanto en números absolutos (alrededor de 50.000) como en números relativos (una por cada 1.500 habitantes en Europa, una por cada 900 habitantes en España). En los últimos años ha aparecido un nuevo concepto, importado del otro lado del atlántico, y como no podía ser
de otra manera su denominación es un anglicismo, las «barber shops», es decir lo que había en el tiempo de los señores que ya no están entre nosotros y se denominaba «barberías». Como podrán ustedes imaginar, por ambas denominaciones, este nuevoconcepto está dirigido solo a hombres, y esta vez no he encontrado una palabra en el diccionario de la RAE para definir un solo sexo. El público objetivo de estas nuevas barberías no solo son aquellos hombres que quieren llevar tanto el pelo como la barba en perfecto estado de revisión, también están dirigidas a los nuevos cortes de pelo y barba con los que el público masculino inunda nuestras calles. Es fácil reconocer estos nuevos establecimientos ya que recuperan, tanto en su estética como en su decoración, épocas
pasadas. Mandiles, sillones giratorios de cuero y el tradicional rodillo giratorio de colores en la fachada. Lo de recuperar épocas pasadas no solo aplica a la estética del establecimiento también aplica a la estética del corte de pelo, alguna de varios siglos atrás como el corte mohicano que tan de moda se ha puesto hoy en día. Un corte de pelo que no exige la destreza del uso de la tradicional tijera o de la navaja, ahora parece que el rasurado con una maquinilla es la tendencia que se está imponiendo y que parece ser que es el origen del aumento de los casos de tiña.
Llegados a este punto es posible que muchos de ustedes piensen que el título de este artículo es debido a la vuelta de estos establecimientos mono sexo o dirigidos solo para hombres. Pues no es esa la razón. Esta crónica tiene su origen cuando cerca de mi casa, en Madrid, he visto un nuevo establecimiento cuyos cristales están rotulados con el siguiente texto «Macho barbers para hombres intrépidos». La especialización ya no solo afecta al sexo también afecta a las características o personalidad del cliente, en este caso individuos que «no temen peligros o que obran o hablan sin reflexión». Una de mis primeras preguntas fue: ¿cuál había sido la razón de utilizar el sustantivo de macho?, ¿sería por el sexo del público al que van dirigidos o sería por resaltar las cualidades de machote? La duda me recorrió durante los días previos a comenzar a redactar estas palabras y fue de nuevo la gran fuente de información que tenemos a nuestro alcance la que me permitió descubrir al joven fundador de esta cadena cuyo apellido es Macho, parece claro que un sutil juego de palabras fue el que puso la denominación a sus establecimientos. Con esta tendencia a la especialización creo que el futuro nos va a deparar curiosas novedades como podrían ser «Barbers para tipos audaces», «Barbers Peaky Blinders», «Barbers para machos gamma», «Barbers para lobos solitarios», «Barbers para machos alfa, omega, sigma…». En cualquier caso yo seguiré siendo fiel al peluquero que lleva muchos años cortándome el pelo, además de todas sus excelencias, no me exige tener ninguna característica especial para ser su cliente.
Me despido de ustedes. Cuídense mucho.