Una tasa sobre los bancos

Antonio Miguel Carmona (Director Diario Progresista)

Las instituciones financieras fluctúan entre fases de expansión y fases de recesión, expansiones del crédito y recesiones del mercado financiero cuando no pánicos. A diferencia de las empresas no financieras, el coste que generan dichas crisis financieras –recurrentes a lo largo de la historia-, tanto en términos de quiebras como de restricción de crédito, no compensan los impuestos que han pagado.

Se trata de establecer una tasa sobre los depósitos bancarios, alrededor delal 0,1%, que haga participar a las instituciones financieras en el esfuerzo presupuestario, de reducción de déficit público o de cobertura de nuevas restricciones; esfuerzo que realizamos los ciudadanos de a pie, pero que sin embargo proporcionalmente no hacen –si lo analizamos en una serie larga contabilizando los costes de los pánicos y crisis-, las instituciones financieras; recuérdese que el primer banco español ha obtenido unos beneficios en plena crisis durante el año 2009 de 8.943 millones de euros, un uno por ciento superior, además, al del año anterior, sólo superado por los chinos Industrial & Comercial Bank of China y por el China Construction Bank. Se trata pues de una tasa que recaudaría entre 1.000 y 2.000 millones de euros y que, también, sirve de ejemplo político de que el futuro nos pertenece a todos.

Se trata de algo similar a lo que Timothy Gaithner, Obama, denominó Tasa de Responsabilidad sobre los depósitos bancarios, un instrumento fiscal con el que prevén recaudar 90.000 millones de dólares en diez años. Parcialmente puede repercutir al consumidor –como por lo general la imposición sobre la oferta-, pero en este caso dará lugar tras los ajustes adecuados a una reducción de márgenes.

El Parlamento Europeo aprobó por casi unanimidad instar a la Comisión a instaurar una tasa similar (debe haber un montón de maoístas en Bruselas).

La crisis financiera española de principios de los ochenta se llevó por delante depósitos y desinversiones por la falta de crédito solvente no dispuesto, además de un billón (con bé) de pesetas del Banco de España.

En estos momentos no dudamos que son responsables los bancos de haber cortado el grifo del crédito ante el miedo de que la crisis económica se transfiera al sistema financiero, cuando, sin embargo el comienzo del mal había sido precisamente al revés. ¿No se dieron cuenta de la profusión de activos no líquidos y de dudoso precio que estaban respaldados por pasivos a corto plazo?

Estudiamos entonces como la derogación en 1999 de la Ley Glass-Steagal eliminó la imposibilidad de los bancos comerciales norteamericanos de entrar a hacer el mismo negocio que hacen los bancos de inversión: hagan juego. Tampoco hacía falta porque las instituciones financieras –incluidas las españolas-, son expertas en fintar las normas. Por ejemplo, desde que Lehman Brothers inventara en 1984 las auction-rate security –instrumentos que pueden subastarse de inversor a inversor, acabando encasquetando deuda basura a una anciana de Soria a través de un fondo de inversión-, los bancos han visto, junto con otros instrumentos análogos, la creación de un sistema financiero en la sombra : eliminar la posibilidad de tener un sistema de seguros de depósito o reservas en efectivo. El actual Secretario del Tesoro norteamericano, siendo en junio de 2008 presidente del banco de la Reserva Federal de Nueva York, Timothy Geithner, señaló en una conferencia que el peligro se generó a partir de un aumento brutal de la proporción de activos ajenos al sistema bancario tradicional. Todo ello acompañado por la trampa de las agencias de calificación que habian calificado AAA a aquello que no lo era.

No es nada excéntrico, entonces, que participen en el sistema fiscal como agentes económicos y financieros responsables de que sus externalidades pueden acabar dañando el sistema.

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