En un contexto marcado por la aceleración de la transición energética y las consecuencias de la pandemia sobre la economía, la Autoridad Portuaria de Ferrol-San Cibrao encara el último trimestre de 2021 con la actividad en niveles levemente inferiores a los del año pasado
No obstante, se mantiene entre las cuatro primeras de la fachada noratlántica-cantábrica, junto a las de Bilbao, Gijón y A Coruña
Según datos todavía provisionales, las empresas que operan en los muelles de Ferrol y San Cibrao movieron de enero a septiembre 7.647.957 toneladas de materias primas, materiales y productos, un 2,1 % menos que en las mismas fechas del ejercicio anterior. Mientras el tráfico de mercancía general se disparó un 18 % y el de graneles líquidos aumentó un 11,3 %, el de sólidos retrocedió 9,9 puntos porcentuales.
El ránking desagregado de mercancías transportadas en lo que va de ejercicio lo lideran la bauxita, con 3.320.873 toneladas computadas, y el gas natural licuado, con 1.375.654. Completan el top 10 la alúmina (956.999), el fueloil (599.835), la sosa cáustica (231.479), la chatarra (187.112), la madera (150.748), el acero (133.448), los aceites (86.188) y el coque (54.177).
En términos relativos, sobresalen la evolución del fueloil y del GNL, con avances, respectivamente, del 63,7 y del 38,5 % en comparación con los tres primeros trimestres de 2020. El gas natural licuado está en niveles de récord histórico. Destaca igualmente el comportamiento del mercado de los contenedores, con un progreso del 36,2 % medido en TEUs (de 8.662,5 a 11.796,5) y del 28 % calculado en toneladas (de 88.359 a 113.108).
Recuperar tráficos
En su reciente toma de posesión, el nuevo presidente de la Autoridad Portuaria, Francisco Barea, ya se había marcado el reto de recuperar tráficos. A la vista de los datos, se ha reafirmado en su propósito.
«Me gustaría, comenta, que en el medio plazo nos consolidásemos entre las principales autoridades portuarias de la fachada noratlántica-cantábrica y que volviésemos a ser una autoridad portuaria en el entorno del millón de toneladas mensuales, para ya en el largo plazo fijar objetivos todavía más ambiciosos.
El contexto no es el mejor, con la incertidumbre que se cierne sobre las electrointensivas, con las consecuencias de haber acelerado la transición energética sin activar antes el plan B y con la recuperación económica todavía a medio arrancar. Y parece que habrá que cambiar alguna dinámica. Pero estoy seguro de que contamos con las potencialidades suficientes para alcanzar nuevas metas»