Síntomas que no debes dejar pasar por alto.Los cálculos renales (I)

Javier Pereira Beceiro (*)

“No hay enemigo pequeño” es sin duda uno de los dichos que mejor pueden describir al protagonista de nuestro artículo de hoy, los cálculos renales o urinarios, causantes de uno de los dolores más súbitos y terribles que podemos padecer, así como de otros problemas también muy serios de salud. Como siempre, intentaremos dar un poco de luz a este tema de una manera sencilla y didáctica.

En primer lugar, intentaremos explicar qué es un cálculo, cómo se forman y los distintos tipos que hay. Y un cálculo es sencillamente una piedra, que puede tener un tamaño desde una minúscula arena hasta el de un huevo de gallina, y que se forma en el interior de la vía urinaria.

Los riñones son dos órganos que se encargan de depurar, de limpiar nuestra sangre de muchas sustancias que son eliminadas de nuestro cuerpo en la orina. Para ello, por los riñones pasan muchos litros de sangre cada minuto, la quinta parte de la sangre que mueve el corazón, que es filtrada y limpiada de manera continua. Esa orina que se forma es enviada, a través de recovecos internos del riñón o cálices, a una copa (pelvis renal), que la recoge, para posteriormente dirigirla a través de un tubo que se llama uréter, a la vejiga. A toda esta parte que recoge la orina es lo que denominamos la vía urinaria, y es allí donde se forman los cálculos, especialmente en esos recovecos o cálices renales.

Nadie está libre de que se le forme un cálculo en el riñón, si bien es 3 veces más frecuente en los varones con respecto a las mujeres, y con más facilidad a partir de los 40 años. Los niños también pueden padecer cálculos. En general, cuando tenemos un cálculo en la edad adulta suele ser debido a un problema puntual, y no tiene por qué repetir. Sin embargo, en menores de 35 años, y muy especialmente en la infancia, suele haber un problema o enfermedad subyacente causante de la formación de cálculos, y en estos casos los urólogos solemos hablar de enfermedad litiásica.

Beber poco favorece orinas cargadas

El por qué y cómo se forman los cálculos es uno de los temas más complejos de explicar, ya que cada tipo de cálculo tiene su mecanismo particular de formación. A efectos prácticos, quedémonos con la copla que el beber poco, produciendo orinas cargadas, algunos recovecos del riñón donde la orina se mueve más lentamente y queda medio parada, el grado de acidez de la orina, y la presencia de determinadas sustancias en gran cantidad en la orina son factores muy importantes en el origen de los cálculos. Como en medicina dos más dos, rara vez son cuatro, puedes tener cifras normales en sangre y elevadas en orina de calcio o ácido úrico.

Nuestro cuerpo produce proteínas que luego elimina en la orina que impiden o dificultan la agregación de sustancias en la orina, por lo que cuando están bajas, se favorece la formación de cálculos. Además, la presencia de moco o focos de pus tras una infección es una matriz ideal para que se deposite sobre ella cristales u otras sustancias.

Un caso particular son aquellos cálculos producidos por determinados gérmenes, diferentes al famoso E. Coli, que producen cálculos de infección, en especial en mujeres, los cuales, a pesar de ser habitualmente blando, necesitan ser operados puesto que en muy pocos meses pueden pasar de pocos milímetros a varios centímetros hasta llegar a ocupar la superficie interna de la vía urinaria, imitando la forma de un coral.

No sólo ácido úrico y calcio

Clasificar los diversos tipos de cálculos es una labor muy compleja para el urólogo, por lo que para la población en general puede ser algo muy aburrido que suene a chino o arameo. De una manera práctica, para que cualquier lector pueda saciar completamente su curiosidad, voy a clasificar los cálculos en cuatro grupos bien diferenciados.

El primer grupo son los formados fundamentalmente por ácido úrico. Estos cálculos
amarillentos suelen ser poco duros, se forman en pacientes con orinas ácidas incluso con cifras normales o bajas de ácido úrico en sangre, no son visibles en las radiografías convencionales habitualmente, y como no se suelen ver no se pueden romper desde fuera con la litotricia. En cambio, responden muy bien al tratamiento médico con medicamentos que cambian la acidez de la orina, de manera que deshacen la piedra.

El segundo grupo que comentaré son aquellos cálculos que contienen calcio, que no quiere decir que sean puramente de calcio. Suelen tener como compuesto inicial una substancia muy frecuente en la alimentación que es el oxalato, aunque también pueden ser originariamente de ácido úrico y luego calcificarse. Como podemos imaginar, son pocos los cálculos puros de una única substancia. Estos cálculos parduzcos suelen tener forma de bolita con picos, son visibles en las radiografías convencionales, por lo se pueden romper con la litotricia, y rara vez se pueden deshacer con medicamentos.

Hospital España de Chinandega, Nicaragua. Cálculo de origen infeccioso que operé en uno de mis viajes con la ONG Fundación Coen. En muchos países este tipo de cálculos matan.

En el tercer grupo estarían los cálculos infecciosos, producidos por gérmenes diferentes al archiconocido E. Coli. Estos cálculos son los únicos en donde son más frecuentes en la mujer, y aunque son relativamente blandos, crecen tan rápidamente que suele ser necesario operarlos, así como tratamientos prolongados de antibióticos, incluso durante meses. En muchos países, por desgracia, las personas que los padecen tienen bombas de relojería en su interior, ya que estos cálculos pueden matar por procesos infecciosos severos.

Y en un cuarto grupo colocaría a aquellos cálculos especiales, como pueden ser los que se forman por determinados medicamentos, o los formados en pacientes con enfermedades hereditarias. Es el caso de los cálculos de cistina, que son durísimos y no se ven en las radiografías, por lo que solemos operarlos y exige también un tratamiento preventivo de por vida. Aquí también incluiríamos aquellos cálculos que los detectamos en la vejiga de la orina, los cuales no se forman en el riñón, sino que se forman habitualmente en la propia vejiga, en pacientes con problemas de próstata que retienen orina. Estos cálculos, además de romperlos, exigen también operar la causa de la obstrucción, como puede ser la hiperplasia benigna de próstata, o las mallas de incontinencia en la mujer.

Bueno, hasta aquí la primera parte de los cálculos renales, quizás la más fea, pero sin duda la que más información o curiosidades puede aportar a cualquier lector interesado en ampliar conocimientos. En la segunda parte veremos por qué los cólicos renales son uno de los síntomas que no debes dejar pasar por alto.

(*) Médico especialista en Urología y Andrología en Área Sanitaria de Ferrol Médico especialista en Medicina Familiar y Comunitaria Médico especialista en Cirugía Laparoscópica Máster en Suelo Pélvico e Incontinencia urinaria femenina por la Universidad de Salamanca Máster en Cáncer de Próstata Avanzado por Universidad de Salamanca Máster en UroOncología por la Universidad C. Herrera

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