Julia Mª Dopico Vale
El mundo antiguo fue y sigue siendo fuente permanente para la creación artística. Igualmente el corpus de relatos con el que se intentan aclarar los grandes misterios de la vida, de la muerte o de cómo comenzaron a existir todas las cosas, mitos aceptados en su tiempo como verdades absolutas en los que seres extraordinarios- dioses, semidioses, héroes…- hacen que el hombre sea lo que es y que constituyen tema inagotable para la creación musical, dejando constancia los compositores a través de sus obras de las historias de estos ídolos de leyenda, como en el caso de Orfeo, que al tocar su lira era capaz de calmar a las fieras o hacer descansar las almas de los hombres, el que atravesó el inframundo para rescatar a su amada Eurídice y sobre el que escribe Monteverdi su “Favola in Música” dando lugar a una de las primeras óperas de la historia, o Electra, cuya fatal venganza es recreada en los compases de Richard Strauss; Ifigenia, tema de ópera de Gluck… ejemplos que nos transportan a esta antigüedad recurrente sobre la que transcurrió la “conferencia-concierto” de la profesora de latín y griego Susana de Lorenzo, también cantante lírica, que ilustró su exposición con interpretaciones de melodías tan antiguas como la del Epitafio de Seikilos, Pur ti miro de La Coronación de Popea, uno de los más maravillosos duetos de amor de la historia musical, el Lamento de Dido o In Trutina de los Carmina Burana de Carl Orff, en donde se recuperan los poemas goliardos medievales “para ser cantados junto a instrumentos e imágenes mágicas”. Imágenes de la autoría de Jesús Sú, que incluyeron fragmentos cinematográficos como el de la creación del Réquiem de la película Amadeus basada en la biografía de “otro divino”, Mozart. Una seductora y encantadora invitación para imbuirse en la fascinante y misteriosa “música de los dioses”.