Historias de la P… Mili- Agréguese a la “P” lo que convenga. Yo añado “Pasión”

                                               

                                    Día de las Fuerzas Armadas

Mª Cristina Pita García

El día 12 de febrero de 2013 fue la última vez que navegué en un buque de la Armada.
Apenas fueron un par de millas, pero la emoción era intensa ya antes de subir a bordo y me acompañó mucho tiempo después de abandonar el portalón que me devolvió a tierra.
Aquel barco, comandado por el Capitán de Navío Alfredo Rodríguez Fariñas, al que aún debo unas fotos y estaré eternamente agradecida también, no era otro que el PDA “Portaaviones Príncipe de Asturias”. Aquel que fue buque insignia de la Armada y de mi vida a la vez, que recorría sus últimas millas en activo en las aguas ferrolanas en las que se construyó, y en las que yo había embarcado, en mi primer destino operativo, 28 años atrás.

Navegué en otros barcos; fragatas, mercantes, veleros…Pero fue en el PDA donde
comenzó mi adiestramiento para “el arte de la guerra” y la vida en general.

Cabo Primero David Martínez

¿Y qué es el arte de la guerra? Pues no es otro que tratar de mantener la paz. Disuadir y defender. Y se hace y hará bien porque nuestras Fuerzas Armadas no sólo disponen de los mejores equipos, unidades, sistemas operativos…. sino que además, ahí han elegido formarse, adiestrarse y trabajar por el bien común, personas impresionantes como el Cabo Primero David Martínez, de la Unidad de Buceo de La Graña o el Capitán de Navío Ramón Fernández Borra, Comandante de las Unidades de la Fuerza de Acción Marítima en Ferrol (COMARFER), a quienes tuve la oportunidad de conocer en el

CN  Ramón Fernández Borra

ejercicio MARSEC-21 del pasado jueves. Y digo impresionantes por la buena ejecución del ejercicio, que se notaba que dominaban, y el minucioso conocimiento de los equipos pero, sobre todo, por la pasión y orgullo con que desarrollaban y explicaban su trabajo.

Ha tenido que ponernos a pensar una pandemia mundial para darnos cuenta de lo importante que es tener unas buenas Fuerzas Armadas. Buques hospital al servicio de la sanidad civil, personal de rastreo, equipos de desinfección, transporte de cadáveres, aviones que van a buscar material

Desinfectando zona Cocina Económica

médico a otros continentes, hospitales de campaña montados en horas. Si nos comparásemos con otros países a modo de resultado de un encuentro de fútbol, quedaría así: China = 10 días / España = unas cuantas horas. Y lo más importante, equipos humanos con actuaciones sobresalientes e impecables defendiendo el territorio y los derechos humanos, como ha ocurrido hace escasos días en la frontera con Marruecos.

Los militares somos, si me permitís que me incluya haciendo honor a mi juramento a la bandera, en contra de lo que se cree a veces, hombres y mujeres de paz y, en caso
necesario, dispuestos a defender España, a quienes en ella habitan o los intereses de
sus ciudadanos.

Las hemos pasado canutas con el Covid, confinamientos, trabajando encerrados, con el ocio y la vida social en off, sin ver a la familia, los hijos, los amigos. ¿Qué duro ha sido, verdad? Pues nuestros militares pasan rutinariamente meses trabajando confinados, veinticuatro horas siete días a la semana, sin diversión, lejos de la familia y todo eso a lo largo de los años que duren sus carreras profesionales.

Durante el Covid, para que las dotaciones de los buques pudieran salir a la mar aún sin vacunas, encima, se hicieron necesarias cuarentenas antes y después de cada navegación, permanecer a bordo aun estando en puerto y otros tantos sacrificios que han hecho en honor a su responsabilidad y compromiso.

Pensarán muchos, que trabajan así por un buen dinero o debido al alto índice de paro, pero no. Trabajan así por la P de “Pasión y vocación de servicio a los demás”, como he puesto en el título de este artículo, y por eso resulta difícil a veces, comprender la necesidad de “separación de espacios” en salones o congresos a los que acuden militares. Supongo que el desconocimiento nos lleva a todos, en algún momento, a alejar de nosotros algo positivo creyendo que no es del todo bueno… hasta que un día lo necesitamos. Todos nos hemos “colau” alguna vez.

Esta servidora, que conoce de primera mano de qué habla, se siente orgullosa de las
Fuerzas Armadas de su país.
¡Gracias!

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