¡A las trincheras!

Enrique Barrera Beitia

Durante la Transición había dos derechas estatales. Una era Alianza Popular, cuyo mensaje se podría resumir coloquialmente en “lo de Franco fue necesario, pero ahora toca democracia y lo que tenemos que hacer es que no se pierdan las cosas buenas que hizo”. La otra era la UCD, más vergonzante y deseosa de marcar distancias con la dictadura.

En esos años, cuando debatíamos con personas de la UCD (e incluso con bastantes de Alianza Popular), era lógico que las soluciones a los problemas no fuesen coincidentes, pero en general estábamos de acuerdo en que la otra parte actuaba de buena fe, o dicho de otra manera, creíamos que aunque apuntaban equivocadamente, lo hacían pensando que esa era la dirección correcta. Ellos pensaban los mismo de nosotros, y sin esta mentalidad, el consenso como método para avanzar en la construcción del entramado institucional hubiera sido imposible. Pues bien, hace tiempo que este respeto se ha perdido, y el ambiente es cada vez más irrespirable.

El sistema de bipartidismo imperfecto ha sido substituido por un sistema de bloques cada vez más atrincherados. Ambos tienen un respaldo social similar, y se reparten (y repartirán) unos 310 escaños. Hay un tercer grupo de 40 diputados, integrado mayoritariamente por los nacionalistas, que desempatará a favor del bloque de izquierdas por el rechazo absoluto que provoca Vox, lo que provocará cada vez más irritación en los condenados a la oposición.

La división social en bloques no es un fenómeno exclusivo de España. En EE.UU, el sistema bipartidista siempre toleró una importante ósmosis entre demócratas y republicanos, pero esa situación ha sido enterrada por la forma de hacer política de Donald Trump. Leí hace semanas, un estudio realizado en este país, que venía a decir más o menos que hace décadas, el 40% de los amigos de un votante demócrata era republicano, y viceversa, mientras que ahora mismo, ese porcentaje se ha reducido al 5% (escribo estas cifras de memoria, pero no van muy desencaminadas).

¿Está pasando esto en España?

Ya nadie discute que el Process quebró gravemente las relaciones de amistad entre los catalanes partidarios de la independencia y los unionistas, y dada la transversalidad de este fenómeno, se entiende que muchos votos “españolistas” perdidos por Ciudadanos hayan recalado en Salvador Illa, pero en Madrid, la mayoría ira al PP y Vox. 

Entrego este artículo seis días antes de que se vote en Madrid, donde la polarización está muy asentada, y está por ver si esto se extiende al resto de España. Para que tal cosa ocurra es necesario que Vox tenga una cierta masa crítica, y parece que este es el caso de Valencia, Murcia y Andalucía, comunidad ésta donde se celebrarán las siguientes elecciones

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