Por Adán Puentes (@adanpuentes)
Estamos en meses complicados, muy duros, de eso nadie ha sido ajeno y todos lo estamos sufriendo. Ahora estamos en tiempo de reactivar todo y convivir con la covid-19, pero esta reactivación está saltando por los aires en según qué sectores.
Me quiero centrar en el mundo del deporte, ese que está lejos de los grandes medios o que sobrevive con pequeños espacios en pantalla y esfuerzo sobrehumano de muchas de las personas que forman parte de sus entidades.
Un ejemplo claro de la repanocha lo estamos teniendo en fútbol y fútbol sala, en las llamadas competiciones no profesionales, que viene siendo en fútbol a partir de 2ºB masculina para abajo, como también desde Primera División femenina para abajo, como todo el fútbol sala masculino y femenino desde Primera División hasta sus categorías más modestas y en el que están equipos de la comarca afectados como el Racing de Ferrol, O Parrulo Ferrol, Valdetires Ferrol, Comarcal A Fervenza, Cidade de Narón, O Esteo y muchos más.
Las primeras fechas confirmadas por la RFEF de inicio de las competiciones de esta temporada era del 5 de septiembre para la Primera División de fútbol sala masculino y femenino, como también para la Primera División de fútbol femenino. Los clubes ya han empezado sus pretemporadas, con sus contratos en vigor, pero no están autorizados a realizar sus entrenamientos con contacto, únicamente sin contacto, como tampoco la RFEF les autoriza a disputar partidos amistosos por no disponer de un protocolo sanitario federativo a nivel nacional. Que no haya un protocolo federativo a nivel nacional a estas alturas es un “mi no entender.”
En las últimas horas se ha conocido que este lunes habrá una reunión en la RFEF entre su presidente con todos los presidentes de las federaciones territoriales para ver cómo se pueden empezar las competiciones dado que “las circunstancias actuales (de la evolución de la covid-19) no son las mismas de hace unas semanas”, cuando se establecieron las primeras fechas de inicio. En los dimes y diretes dentro del mundillo ya se está especulando con un posible retraso del inicio de todas estas competiciones a mediados de octubre e incluso hasta enero de 2021, lo que supondría un auténtico quebradero de cabeza económico, legal y laboral para todos los clubes afectados, que son unos cuantos, con unos presupuestos y unas arcas que están ya muy debilitadas por la cancelación liguera de la temporada pasada en el mes de marzo, con más de cinco meses sin ingresos.
Sin ir más lejos, también este viernes, la Federación Española de Rugby daba a conocer que tenía que aplicar su llamado Escenario 2 para la vuelta de las competiciones a nivel nacional. En el Escenario 1 la fecha de inicio prevista era el 20 de septiembre, pero en el mundo ovalado ya se han dado cuenta que esa fecha es imposible, por lo que en este segundo escenario la nueva fecha de inicio sería el 11 de octubre. Aquí han sido más previsores e incluso disponen de un Escenario 3, por si se tiene que volver a retrasar todo, con un inicio de competición prevista el 15 de noviembre.
Probablemente el planteamiento que ha realizado la Federación Española de Rugby sea algo más coherente con la realidad en la que estamos, en plenos rebrotes en muchos lugares de la geografía nacional y donde los desplazamientos, en estos momentos, no están recomendados y más en unas categorías deportivas en las que es totalmente imposible que pueda existir la llamada “burbuja” de aislamiento como ha hecho la ACB el pasado mes de junio en Valencia y actualmente lo está haciendo la NBA en las instalaciones de Disney World, en Orlando.
Dice el refrán que “las prisas son malas consejeras” y, en la modesta opinión de este técnico deportivo juntaletras de marca blanca, piensa que el querer apurar para empezar las competiciones ahora trae un verdadero quebradero de cabeza y ahora sí que a muchos clubes no les valdrá la solución “menos mala” del mes de marzo cuando se cancelaron las competiciones, aunque se propongan varios escenarios alternativos, porque su viabilidad está seriamente en juego, como también el salario de muchas de las familias que dependen del mismo.