Juan Cardona.( juan@juancardona.es)
El ambiente festivo de la «nueva normalidad» invita al relajo y abandono de las normas, ya de por si difusas, dadas para protegerse de la pandemia. El confinamiento con sus fases de atenuación no ha servido para calar en una capa importante de la sociedad, no exclusiva entre la juventud, de que las normas sobre comportamiento no son meras recomendaciones, sino que son imperativas con sanciones ante su incumplimiento.
El anteponer la excepción a la regla lleva a la confusión. «El uso de la mascarilla no es obligatoria si mantengo la distancia de seguridad» argumenta un «entradito en años» vociferando y expulsando sus iracundas babas más lejos de la distancia exigida. Lo mantiene vehementemente, provocando que se forme un grupo a su alrededor que se avienen a la polémica de mascarillas si, mascarillas no. Deciden resolver sus diferencias sentándose en una terraza y por unanimidad deciden retirarse las mascarillas; ya las mesas cumplen la distancia mínima: se olvidan de mantener la distancia de seguridad entre ellos sin ser convivientes: Un grupo infectivo se acaba
de formar.
La polémica se podría evitar si la norma fuese clara: El uso de mascarillas es obligatorio en locales cerrados y al aire libre. Solamente se podrá prescindir de ellas en espacios que se compartan exclusivamente con «convivientes». Si es necesario, poner ejemplos para evitar confusiones: Un clásico es el de transeúntes paseando compartiendo espacios con corredores a pie o en bicicletas. Pregunta tonta ¿Ahora ya no contaminan los deportistas que pasan jadeantes a tu lado? Otro problema a resolver con las personas que en un paseo vienen de vuelta encontrada. ¿Quién tiene que ceder el paso para lograr una distancia segura entre el que porta mascarilla y el que no la lleva?
Illa o Simón algún día contestaran a estas preguntas o si no, al menos, alguno de sus expertos que se digne dar la cara. Explicaciones sobre las normas no se suelen dar, son sustituidas en la mayoría de casos con las polémicas entre ministras y ministros del mismo grupo de Gobierno o de manera mas palmaria entre ministros, ministras y ministres de grupos distintos que comparten sillones en el ejecutivo.
Con la llegada de miles de turistas se plantean nuevos retos en nuestro comportamiento. De forma activa el personal de hostelería y para el resto de ciudadanos de manera pasiva. A muchos turistas les costará entender que viajen como «sardinas en lata» en un avión y nada mas tomar tierra, después de un «control visual» de un aduanero experto, les obliguen a observar la distancia de seguridad y usar mascarillas, que podrán dejar si se sientan en una terraza o más tarde acuden a una playa, algunas con parcelario, otras con semáforo y otras al andar de la marea.
Sin meternos en profundidades técnicas. El Gobierno aconsejaba el uso de las mascarillas higiénicas y quirúrgicas. Según el ministerio de Consumo usarán preferentemente las «higiénicas» las personas sanas; las sintomáticas o asintomáticas positivas deberán de elegir con prioridad las quirúrgicas, dejando las EPI para personas en contacto con el virus. El Ministerio de Sanidad define las quirúrgicas como las que limitan la salida de gotas respiratorias por lo que previenen la transmisión del virus a otras personas, pero poco dice de su función defensiva. El
uso de «higiénicas», continúa diciendo el ministerio, puede colaborar en la disminución de la transmisión por parte de personas sin síntomas o con síntomas leves siempre que se haga asociado a las medidas de prevención. Pregunta: ¿Si estoy infectado asintomático y no lo sé, cumplo con una mascarilla higiénica, aunque contagie a todo el que se acerque? Parece todo un tanto esperpéntico.
Sin olvidarnos en primer lugar de proteger a nuestros sanitarios y otros colectivos colaboradores a los que hay que dotar del material EPI que necesiten sin limitación, ¿Podría ser una solución obligar a utilizar las FFP2 (KN95) reutilizables y bonificadas a los demás ciudadanos protegiéndonos y al tiempo hacerlo con los demás?
Como vemos en estos primeros días no solamente son los jóvenes los que, salvo excepciones, incumplen las normas. A los jóvenes hay que hacerles ver la realidad usando las redes sociales, y para facilitarles la tarea utilizar dibujos de vídeo juego y emoticonos para las conclusiones.
Máscara en carnaval, mascarilla en la pandemia. A los mayores chulescos e indomables…
¡Estupendo artículo!
Creo que nos identificamos
con él ,las personas «con dos dedos de frente».
A veces siento la tentación de llamarles la atención, y me contengo,con esfuerzo.
La manera adecuada, es lo que tu has hecho .
Y que las autoridades te hagan caso….
Lo argumentado por el «entradito en años» es bien cierto ya que el apartado 2. a) del anexo 1.3. del artículo 6, relativo a la «Obligatoriedad del uso mascarillas», a que se refiere el Real Decreto 21/2020 de 9 de Junio, dice en
referencia a la obligatoriedad del uso de mascarilla en espacios abiertos; cuando no sea posible el mantenimiento de la distancia de seguridad, ya que en esta situación, previene dicho artículo:
a) Siempre que se transite o se esté en movimiento por la vía pública y en espacios al aire libre y, por la concurrencia de otras personas, no se pueda garantizar en todo momento, atendidos el numero de personas y las dimensiones del lugar, el mantenimiento de la distancia de seguridad.
Un saludo.