José Carlos Enríquez Díaz
El diablo no es un mito y debemos combatirlo, el 30 de octubre de 2014, en la capilla de la casa de Santa Marta el Papa dijo: “a esta generación y a muchas otras se les ha hecho creer que el diablo era un mito, una figura, una idea, la idea del mal. ¡Pero el diablo existe y nosotros debemos combatir contra Él. ¡Lo dice San Pablo, no lo digo yo! ¡Lo dice la Palabra de Dios!”.
Satanás odia todo lo sagrado y es el dios de la secularización.
Hoy en día se ha conseguido la degeneración de la democracia en igualitarismo mediocre, en desprecio de los derechos más elementales en materia de matrimonio y familia, llegando a pisotear la libertad de enseñanza con la técnica del peor totalitarismo, con los abusos de poder económico, con desprecio de la libertad de conciencia. La base de la democracia no son declaraciones acarameladas de principios etéreos que no convencen a nadie; la base de la democracia es que cada individuo es sagrado. Y que hay temas que no se tocan. La ideología de género es una muestra clara de cuánto han estirado el chicle.
Detrás de esta ideología satánica está el feminismo radical, el lobby gay, poderosas multinacionales como la Soros, Ford, Rockefeller…
La historia de la salvación es la historia de la ternura de Dios, que nos ha amado y ha dado su vida por nosotros (Gál 2,20). Este evangelio de la ternura revive en los padres: ellos que un día dieron la vida a sus hijos, se ven movidos cada día por el Espíritu a volver a dar la vida por sus hijos, en la medida en la que generan a Cristo, como afirmaba san Ambrosio.
Los Padres de la Iglesia definen a la familia cristiana como una comunidad de pacientes, es decir de creyentes que no se rinden frente al mal; y compartiendo con Cristo su fracaso terrenal, hacen de cada “cruz cotidiana” un anticipo del cielo, una profecía cumplida del triunfo de la resurrección. Mientras quede en la tierra, la familia cristiana estará siempre en empatía secreta con el sufrimiento humano; nunca ningún mal podrá obscurecer su rostro “sobrehumano” hasta el punto de que desaparezcan de él los rasgos de Cristo, el maravilloso perfil divino que la hace única.
Hoy en día se considera un acto de amor justificar la supresión de la vida, por no ver sufrir a un familiar: ¡Legitimando así la eutanasia! Se considera un acto de amor la destrucción de un matrimonio, para acabar con el sufrimiento de la pareja: ¡Legitimando así el divorcio! “El objeto de las leyes es el bien integral del hombre, la respuesta a sus necesidades y aspiraciones”. Son palabras de Benedicto XVI un año antes de la promulgación de la Ley de Divorcio Express, que reducía el matrimonio a “un mero contrato” que ahora se puede romper al gusto del contrayente. Esto no pasaba con la anterior ley del divorcio, que exigía un período previo de separación de un año, tiempo que llevaba a los esposos a realizar una pausada reflexión, tras la cual, en un alto porcentaje -70% en 1986 y 57% en 2001-, retomaban “la senda matrimonial”.
Se considera también un acto de amor justificar la interrupción del embarazo, cuando el recién nacido tuviera que enfrentarse a una vida difícil. ¡Legitimando así el aborto!
Utilizando las palabras de Jesús ante Pilatos, quisiéramos poder decir que “la familia cristiana no es de este mundo” (Jn 18,36). Existe como profecía para transformarlo, testimoniando “que ser de Cristo” significa convertirse en blanco de todas las contradicciones (Lc 2,34).
Preguntémonos. ¿Dónde está Cristo? ¿Dónde hemos dejado la verdad de Cristo que siempre reclama el martirio social? El amor es donación no privación, ofrecimiento y no renuncia; es vida y no muerte, es diálogo y no rechazo preconcebido.
El gobierno Socialista declaraba hace dos años el Día Nacional del orgullo Gay, que coincidía con el día internacional del orgullo LGTB, disponiendo que lesbianas y mujeres solas puedan acudir a la reproducción asistida con dinero público.
Así mismo, también se creaba por primera vez una dirección para la igualdad de trato y diversidad. En palabras de Celaá, portavoz del gobierno socialista de Pedro Sánchez: “Esto deja claro la gran sensibilidad del Ejecutivo respecto a la dignidad de todos.”
El gobierno socialista también modificaba la cartera de servicios comunes del Sistema Nacional de La Salud (SNS) para que los tratamientos de reproducción asistida para mujeres solas lesbianas vuelvan a estar incluidas dentro de la financiación pública.
El PSOE pretende financiar con las casi quebradas arcas de la seguridad social español, la eutanasia y la reproducción asistida para lesbianas; ya forma parte de su cartera de servicios la práctica de abortos, por lo tanto, todos los españoles pagamos con nuestro dinero la muerte de inocentes queramos o no.
Además, para más escarnio, muchas prestaciones sanitarias están fuera de dicha cartera, por ejemplo la mayoría de servicios dentales. En este país se puede abortar, pero ojo con que te duela una muela o un diente. Sin embrago, no se puede negar que la doctora Calvo del partido socialista conoce la medicina para curarnos de nuestro inadmisible romanticismo machista: un Estado adoctrinador nutrido con nuestros impuestos (no en vano “el dinero público no es de nadie”) Lloverán las subvenciones millonarias – ¡aún más!– sobre las mil y una agencias de igualdad y de derechos LGTB. Se crearán comisarios políticos que vigilen el uso de la neolengua de género en dependencias administrativas, escuelas y documentos oficiales.
A principios del verano pasado también se celebraba en la Praza Vella de Ferrol la fiesta del orgullo Gay.
No me gusta el orgullo gay, como no me gusta ningún otro orgullo, ni machista ni heterosexual, ni de varón ni de mujeres. No me gusta el orgullo de los gays, aunque los entienda, tras un tiempo en que muchos han tenido y tienen que vivir encerrados en el armario, ridiculizados y excluidos. Entiendo pues que haya un orgullo gay, y que haya gente que salga a la calle para decirlo. Pero me gustaría que no fuera necesaria este “procesión” de gays todos los años al comienzo del verano.
Y nos preguntamos ¿nos lleva el diablo a la libertad?
Pocas personas se atreven a escribir como tú José Carlos a pesar de que muchos desearían hacerlo pero por miedo se callan. Me gusta tu libertad para declarar en voz alta lo que salta a la vista como en la fábula de aquel sastre que decía que había vestido al rey con una tela invisible que solamente los tontos no podían ver hasta que un niño en su inocencia gritó que el rey estaba desnudo.
Gracias José María
O se cree y se sigue a Dios, haciendo el Bien, o se cree y se sigue a Satanás con otros ídolos y prácticas, como el espiritismo, la adivinación, la hechicería, la brujería, por supuesto el culto a Satán; en una palabra todo lo que supone tratar de sustituir la fe en Dios, sin olvidar el quebrantamiento de los preceptos del Decálogo. Es la falta de fe la que abre la puerta al Demonio. Y desgraciadamente de esta pérdida de la fe muchos políticos se sienten orgullosos, como si hubiesen hecho algo grande, sin darse cuenta que objetivamente, se han convertido en colaboradores y servidores del Diablo, contribuyendo así al deterioro de la Sociedad y de su Moralidad al llevarla en una dirección totalmente equivocada. El Papa Francisco, un faro para muchos. Si hay algo claro en este Papa, es la conciencia que tiene de la existencia del diablo, y que éste hace lo imposible por llevarse las almas. En 2014, el Papa
dio un discurso sobre la Renovación Carismática en el que señaló que el diablo trata de destruir a las familias porque es allí donde Jesús crece: en medio del amor de los cónyuges y en las vidas de sus hijos. No es casualidad que este mensaje lo diera a la Renovación Carismática. Aquí, todos lo saben, el Espíritu Santo tiene un protagonismo especial.