Vox y su conciencia social

José Carlos Enríquez Díaz

La gran enfermedad de nuestra democracia es que está siendo sustituida por la demagogia.

Estos días en la investidura de Pedro Sánchez pudimos oír grandes palabras vacías, grandes promesas estériles, grandes truenos muy sonoros, pero de tormenta seca, muchos adjetivos, muchos gritos y pocas razones. En menos de un minuto, Abascal ha tildado al candidato a la presidencia del Gobierno de «fraude», «mentiroso», «estafador», «personaje sin escrúpulos», «villano de cómic, «tirano Banderas», «político indigno» y «mayor fraude de la democracia».

Abascal no supo qué decir el día que a un periodista despistado se le ocurrió preguntar varias cuestiones relativas al programa de Vox. «No tengo mucho conocimiento sobre ello», «no he reflexionado hasta ahora que me lo preguntan», «mejor se lo preguntan a Rocío Monasterio» y «viva España» fueron las respuestas del macho alfa de la ultraderecha. Como si no fuese bastante que posiblemente  otro escribiera su  programa, pretendían que encima se lo leyera.

En nuestro país, no hemos tomado conciencia de la estrecha relación y la dependencia entre política y educación, hasta el punto de que una mala política es el fruto de una ausencia de educación, y una mala educación es la consecuencia de una política fallida. Platón hablaba de la importancia social de ambas y proponía una educación nueva, la cual  abarcaría desde los 5 a los 20 años para aquellos destacasen en la música, poesía y gimnasia. Los más sobresalientes seguirían sus estudios y los menos brillantes abandonarían la educación y se organizarían para prepararlos como futuros profesionales en un oficio y ser libres de vivir en libertad con todos sus familiares, pero no podrían participar en los asuntos del estado.

Tras el asesinato de Sócrates y la manera estoica en que éste aceptó su destino, Platón terminó de convencerse de que, en lugar de buscar el poder, tenía que dedicar su vida a educar a los políticos en el amor a la virtud y la sabiduría. Ésta era la única forma -según creía- de mantener la esperanza de que habrían de prevalecer el bien y la justicia en el Estado.

 Vox defiende la postura sobre la violencia machista y llama tristemente la atención, porque frente a los datos que proceden del poder judicial y de la propia realidad, culpan a las mujeres de maldad, cuando están sufriendo una violencia que las asesina.

Me imagino que los católicos conservadores tendrán la mentalidad de que la mujer es inferior al hombre y es pecadora por naturaleza. Personalmente, cuando leo en el Nuevo Testamento que “en Cristo Jesús no hay varón, ni mujer, ni señor, ni esclavo” (Gal 3, 28), siento que nuestra sociedad necesita ser profundamente cambiada, porque sigue existiendo en ella mucha diferencia entre varón y mujer y continúan existiendo muchos señores y muchos esclavos.

Por otra parte, durante los casi dos mil años de Historia de la Iglesia, sus más valorados teólogos rivalizaron en justificar (en nombre de Dios) el haber vuelto a relegar a la mujer a un papel de inferioridad, dependencia y supeditación respecto del varón. Papel del que, inicialmente, ellas habían entendido ser liberadas por su Maestro. Durante todo ese tiempo, la mujer ha sido citada por los llamados Santos Padres de la Iglesia con teorías que ahora encontramos ridículas y que nos harían reír si no hubieran hecho sufrir cruel e innecesariamente a tantas y tantas mujeres.

Sin ir más lejos, podemos recordar el siguiente análisis “científico” de Santo Tomás de Aquino (siglo XIII): “la mujer es inferior al hombre en tres aspectos: en el aspecto evolutivo (inferioridad biogenética), en el ser (inferioridad cualitativa) y en el hacer (inferioridad funcional)”.Teoría que originó acaloradas discusiones entre los eruditos, (hasta principios del siglo XIX) sobre si las mujeres tenían alma o no. Lo cual equivalía a marginar a todo el género femenino de la Redención.

Otra actitud que me parece hiriente, desde una perspectiva de fe y del pensamiento social de la Iglesia, junto con los derechos humanos, es el  planteamiento de Vox acerca de los inmigrantes y refugiados. La Iglesia habla de acogida y de hospitalidad y ellos hablan de expulsión. La Iglesia habla de personas y ellos hablan de ilegales. Estoy seguro de que Jesús de Nazaret sería hoy en día un refugiado o un inmigrante.

Como dice el Papa Francisco, (que a los de Vox no les gusta absolutamente nada como Papa): «La política es una de las formas más altas de la caridad, del amor». 

En la política podemos ser Caín o Abel. ¿Dónde está tu hermano refugiado o inmigrante? ¿Dónde está tu hermano que sufre la injusticia social y la falta de libertad? ¿Dónde está tu hermana que sufre la violencia machista? 

¿Qué decir de Vox, el partido que se preocupa por la caza mientras se recortan los servicios sanitarios, mientras hay miles de ancianos que viven de una mínima ayuda oficial, jubilados con pensiones de miseria, trabajadores que no pueden disfrutar de vacaciones, pero que pagan sus impuestos?. Así las cosas, con Vox parece que queremos retroceder a la época en que los nobles poseían castillos y armas, disponían de tiempo para la caza y se divertían, es decir, una vuelta a la Edad Media.

Séneca, sin embargo, consideraba la verdadera nobleza del hombre obedeciendo a la recta razón dejándonos profundas reflexiones a lo largo de sus obras como esta: “La honestidad y la virtud son valores altamente apreciados, y la nobleza supone ser capaces de buscar causas, motivaciones y aspiraciones justas. “

 

 

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3 comentarios

  1. La verdad es que no entiendo muy bien qué conclusión pretende que alcancemos quienes hemos tenido la paciencia de leer su comentario hasta el final. Ahora bien, querer reducir el pensamiento de Santo Tomás de Aquino a dichas reflexiones y pretender que las juzguemos como si las hubiera hecho anteayer me parece una osadía. Por último, y por terminar, ya me dirá que relación guardan las palabras de Séneca con el resto del texto. Queda muy bien el incluir citas de tan reconocido sabio pero mejor sería que las reflexiones que nos pretende transmitir -es claro que al articulista VOX no le cae bien (tampoco me gusta a mi)-, resultasen coherentes al menos desde lo literario.

  2. Me ha gustado leer las citas del «santo» Tomás de Aquino. Me hace reflexionar sobre el camino que le queda al catolicismo por recorrer para espabilar la misoginia que aún lo embarga… antes de que ya sea tarde.

  3. Señor Pedro:
    No voy a entrar en diatribas con usted dado que vengo observando desde hace tiempo que su postura es casi siempre, no sólo conmigo, sino con otros compañeros la de “tú que dices, yo me opongo”. Creo que está suficientemente claro que no me gusta el pensamiento de Vox y por ello mismo hago referencia a la conciencia social de este partido.
    Como bien sabe usted temas tan candentes como la educación, la situación de la mujer en la sociedad, la inmigración y otros muchos son tratados por Vox de una manera demagógica, queriendo hacernos comulgar con ruedas de molino. Y me ha parecido oportuno, aunque su pensamiento no tiene nada que ver con Vox, traer a colación la postura del mismo Santo Tomás en relación con el tema de la mujer. En relación con séneca he querido dejar patente algunas de sus afirmaciones con las que coincido, como es el hecho de que hable de la verdadera nobleza del hombre, por ello considero que la forma con la que cierro mi artículo deja bien patente que no creo ni en la honestidad, ni en la virtud de los valores que defiende Vox porque estoy convencido que el ser humano debe ser capaz de buscar causas, motivaciones y aspiraciones justas que Vox desconoce.