José Carlos Enríquez Díaz
La unción “sacerdotal” conferida por el bautismo constituye también una opción profética y regia. Mediante su incorporación a Cristo, el bautizado se convierte, con Cristo, en “profeta” y “Rey”. “Profeta” quiere decir “portavoz”. El bautizado, unido al Cristo- Palabra- de Dios, tiene un papel de “profeta” que desempeñar, transmitiendo al mundo, mediante su palabra y su ejemplo, el mensaje del Evangelio.
Por lo que se refiere a la “realeza”, para comprender de lo que se trata, es preciso recordar que en la Antigüedad, particularmente en el Antiguo Testamento, tan solo era recordado como “rey” aquel que era fuente de libertad para su pueblo: ser “rey” era gobernar, por su puesto; pero era, sobre todo, garantizar la libertad del pueblo frente a sus enemigos. Tal era el criterio que decidía acerca de la legitimidad del rey.
Cristo no aceptó el título de “rey” más que en el momento de su pasión, es decir, en el momento en que iba a liberar a los hombres de la tiranía del pecado y de la muerte. (Jn 6,14-15). Unidos a Cristo, los laicos participamos en la función de liberadores de los hombres.
Todos somos sacerdotes, todas y todos nacimos para serlo, aunque algunos lo nieguen y digan que sólo los consagrados se merecen ese tratamiento.
La Iglesia que fundó Jesús es el nuevo Pueblo de Dios: un pueblo sacerdotal, profético y real. Jesucristo es Aquel a quien el Padre ha ungido con el Espíritu Santo y lo ha constituido “Sacerdote, profeta y Rey”. “Todo el pueblo de Dios participa de estas tres funciones y tiene las responsabilidades de misión y de servicio que se derivan de ellas”, indica el catecismo (783)
Pero parece que los jerarcas no pueden entender esto. El futuro de muchas parroquias de El Ferrol es incierto. Nuestras parroquias cuentan en la actualidad con once sacerdotes, y de estos once, no todos están a tiempo completo. Además, algunos de ellos tienen más de 80 años, solamente tres están entre 45 y 55 años. Más del 60% tienen más de 70 años.
Parece que los jerarcas descartan la participación de los laicos para solucionar los problemas de la falta de clero. Para solucionarlo pusieron en marcha las Unidades Pastorales (UPA), Agrupación de parroquias. Agrupaciones que están llamadas al fracaso. Tal orientación pastoral se basa más en una línea de repliegue que en una pastoral de expansión… es una política de repliegue y de renuncia a intentar cambiar el ciclo imparable de descristianización de la sociedad. No piensan en la revitalización de las parroquias tal como tradicionalmente se ha entendido. Tampoco se molestan en buscar nuevos medios para la conversión de las personas a Cristo: misiones parroquiales, ejercicios espirituales, nuevos métodos de evangelización. En lugar de todo esto, se cierran librerías religiosas con el pretexto de que no son rentables. Algunos eclesiásticos han caído en la trampa de la planificación y el mercado, aplicando a la Iglesia Católica las formas del sistema.
No cabe duda que a la autoridad le resulta más cómodo un súbdito pasivo y receptivo que uno que interroga y creativo. Así, podemos escuchar predicaciones que parecen correcciones y llamadas de atención, y no precisamente fraternas, como si la misión de los sacerdotes fuera recriminar y amonestar en lugar de ilusionar y animar a sus fieles. Esto también es fruto de un clericalismo que abunda mucho en la Iglesia, como ha dicho el Papa. Hay sacerdotes que se sienten más dueños que servidores: » Aquí quien manda soy yo”. Algunas homilías no son sino el reflejo de esa autoridad trasnochada.
A algunos jerarcas les cuesta comprender que es imprescindible buscar la unidad en la fe entre el clero y los fieles (moral, doctrinal, litúrgica), cultivar los carismas y mejorar la formación de los seglares. Afirmaba hace unos años el Papa Francisco: “mirar el pueblo de Dios, es recordar que todos ingresamos a la Iglesia como laicos. El primer sacramento, el que sella siempre nuestra identidad y del que tendríamos que estar siempre orgullosos, es el del bautismo”. “A nadie han bautizado cura, ni obispo. Nos han bautizado laicos y es el signo indeleble que nunca nadie podrá eliminar” prosigue.
El clericalismo lleva a la funcionalización del laicado tratándolo como un “mandadero”.
Por otra parte también es necesario que los jerarcas den ejemplo poniéndose al nivel de las bases. Los obispos deben abandonar los palacios y vivir como la gente normal. La gente necesita ver cambios concretos y reales como los que ha hecho el papa Francisco, que ha dejado el palacio para ir a vivir a una residencia. Cuando los obispos formaban parte del imperio romano, eran grandes señores. Ahora deberíamos volver al tiempo en que los obispos sean personas de a pie y cercanas, creyentes entre los creyentes.
Evangelio es el encuentro y la permanencia con Jesús; esto es lo que escuchamos algunas veces en las homilías, pero no cala, porque las normas se anteponen muchas veces: esto está prohibido, esto no es lo que piensa la Iglesia… La norma cuando se antepone a la persona criminaliza a la persona, la hace culpable, excluida.
¿Cuál crees que debe ser el papel de los laicos en la Iglesia actual? En las iglesias evangélicas, como no hay clero, tampoco hay laicos, y es más sencillo; pero en la Iglesia católica, como para cada función se necesita una ordenación especial, el tema me parece mucho más complicado. Y lo de «sacerdote, profeta y rey» queda muy bonito en la teoría, pero en la práctica se queda en nada. A no ser que te metas en el Opus Dei como numerario para ocupar puestos de poder e influencia social, que es la que viene haciendo la masonería desde hace tres siglos, aunque con otra ideología.
Estimado señor Alfaya:
La Eucaristía es una experiencia de vida, no un rito de sacerdotes. Los seguidores de Jesús empezaron a recordarle pronto celebrando en su nombre una Cena de memoria y acción de gracias; fue siempre una comida laical. En contra de lo que sucedió más tarde, la iglesia primitiva no interpretó la eucaristía de una forma sacerdotal separada, ni desarrolló un ministerio de liturgos presidentes para ocupar el lugar de los sacerdotes del templo, sino que lo entendió de un modo laical, como algo que pertenecía al sacerdocio común de toda la comunidad creyente. Pero entrado el siglo II es cuando la celebración ya no se interpreta como comida laical que rememora a Jesús, sino como un sacrificio, en continuidad con los sacerdotes del templo judío de Jerusalén y ve necesario instituir sacerdotes y obispos.
Ha llegado el momento de volver a la raíz, de retomar el Evangelio, de iniciar de verdad la Nueva Evangelización, que ha de ser obra de todos. Un elemento básico de esa nueva evangelización es el descubrimiento del “sacerdocio universal” de todos los creyentes, a quienes Jesús ha declarado testigos de su Reino.
El Nuevo Testamento no ha fijado una tabla de ministros permanentes, de manera que las primeras comunidades tuvieron formas diferentes de entender y realizar la tarea ministerial de Cristo. Mateo alude, por ejemplo, a profetas, escribas y maestros. Pablo destaca a los apóstoles, profetas y doctores, en unas comunidades en las que todos son ministros (diáconos) de la obra de Jesús. El libro de los Hechos habla de presbíteros y diáconos, pero sin darles un valor permanente, de manera que el abanico de ministerios varía según las necesidades de las iglesias. Sin embargo, en un proceso bastante rápido (en la 2ª mitad del siglo 2 d. C.), ellos se ha conformado en torno a la predicación de la palabra, la organización de la vida y la celebración del misterio, desembocando en tres funciones: Episcopado, diaconado, presbiterado. En el contexto posterior, el diaconado perdió pronto su valor y fue absorbido por los otros ministerios, que han ido ganando en importancia.
¿Puedes aportar bibliografía sobre cómo eran las eucaristías en las primeras comunidades cristianas?
Creo que si no se normaliza la función profética del laico, el catolicismo está abocado a la extinción. No se puede seguir tratando al laico como si fuese un menor de edad.
Ellos Verán lo que hacen. Por el momento nada de celebraciones de la palabra. Su estrategia es cerrar parroquias con los pocos curas que les quedan en activo. A ver que hacen cuando no les quede ninguno, porque sustitutos tampoco tienen… Se enorgullecen haciendo celebraciones una vez al año con inmigrantes mientras sus rectorales se pudren vacías y los indigentes duermen en la calle. Todo muy cristiano y muy evangélico…
Amigo Alfaya: tienes La novedad de Jesús: Todos somos sacerdotes, Xabier Pikaza . Editorial Nueva Utopía
James DG Dunn, El cristianismo en las primeras comunidades, editorial Verbo Divino
Hans Küng, el cristianismo, Trotta.
Gerd Theissen y Annete Mertz, la religión de los primeros cristianos.