Secretos a medias

Por Gabriel Elorriaga F.

 

Gabriel Elorriaga

La existencia de secretos de Estado siempre ha sido una práctica restrictiva aplicada a estructuras de defensa militar, redes de contraespionaje o dispositivos de seguridad. El secretismo político de Pedro Sánchez es un concepto mucho más difuso. Pueden ser públicos los viajes del presidente del Gobierno pero secretos sus costes. Se trata de semisecretos de la parte que se considera que puede pesar negativamente en la sensibilidad del lector pero que deja de serlo en la parte que se cree que puede producir beneficios propagandísticos de imagen.

Las negociaciones con los líderes separatistas en torno a la unidad nacional fueron secretas mientras se esperaba, hasta el último minuto, que sirviesen para aprobar unos Presupuestos Generales. Dejaron de serlo en cuanto tales Presupuestos fueron rechazados, gracias a la fanática intransigencia de los separatistas. Fueron intentos de negociación que no se debatieron en el Congreso ni en el Senado, ni en la Asamblea Parlamentaria de Cataluña, ni entre los partidos representativos de la opinión popular. Fueron clandestinos hasta el último minuto y pasaron a semisecretos cuando, gradualmente, las indiscreciones que acompañan a todo diálogo frustrado fueron filtrando las particularidades de las operaciones entre los representantes del Gobierno del Estado y los representantes de una autonomía del mismo Estado, a espaldas de la ciudadanía y de sus representantes colegiados. No hay que ser especialmente desconfiado para presumir que, si Pedro Sánchez necesita los votos de los separatistas para gobernar de nuevo volverá a mercadear con los delicados resortes de la soberanía nacional, de la justicia y de la integridad del territorio español. Lo cierto es que los secretos a medias son completas canalladas. Lo es que Pedro Sánchez aparente una ruptura con el separatismo catalán mientras está calculando los escaños para reeditar el pacto para formar mayoría de desgobierno Frankenstein con todos aquellos que pretenden romper España o desestabilizar su sistema constitucional.

 Sobre el contrato de un libro lanzado a bombo y platillo oficial por el presidente del Gobierno y negociado con una conocida empresa editorial, existe una especie de secreto de Estado sobre sus detalles contables pero un semisecreto sobre el destino de las ganancias obtenidas por el propio presidente y filántropo –no por la editorial en cuestión- consistente en adelantar que los beneficios se transformarán en una donación a un ente solidario, también secreto hasta la fecha. Igualmente existe un secreto “de facto” sobre una tesis doctoral que no ha sido posible escrutar en público en sede parlamentaria por falta de tiempo y no por falta de ganas pues seguro que, si se hubiesen dado a Pedro Sánchez ocasión para justificarse, nos hubiese dejado a todos asombrados de su ciencia y originalidad.

En el capítulo de semisecretos sacros existe como ejemplo la ocultación parcial de una comunicación del Vaticano sobre la exhumación del generalísimo yacente desde hace cuarenta años en la Basílica Benedictina del Valle de los Caidos. Un generalísimo que, en vida, recorrió las calles de Madrid en coche descubierto en compañía de quien había sido el generalísimo de los ejércitos aliados vencedores de la II Guerra Mundial, el presidente Eisenhower y que también fue cumplimentado por el general De Gaulle liberador de Francia, cuando este se despidió de la vida política. Reiterándose en la torpeza y desconsideración cometida por la vicepresidenta del Gobierno tras una visita a Roma en que hubo que ser corregida por su inapropiada interpretación pública de una conversación reservada con el secretario de Estado de la Santa Ciudad del Vaticano sobre un asunto ajeno a las competencias de dicho

Estado en cuanto sujeto de derecho internacional, de nuevo se han permitido hacer pública una parte de la comunicación escrita en la que se reiteraban con precisión los mismos términos en que se había desarrollado la anterior conversación. Esta nueva manipulación de papeles reservados daría lugar a que la Iglesia Católica local se viese obligada a emitir una nota clarificadora. Es de suponer que en el “Archivio Segreto Vaticano” deben de estar asombrados de la habilidad de los gobernantes socialistas para manipular documentos y convertirlos en secretos a medias. Los secretos a medias son completas canalladas. Como lo es que Pedro Sánchez aparente presentarse como solución para España a la vez que reanima con oscuras promesas de impunidad a los enemigos de su existencia.

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