Como cada año, este 8 de marzo ha sido un día de reivindicación feminista. Recordar que en un día como aquel en 1911 murieron 100 mujeres trabajadoras, que habían protestado por la falta de sus derechos laborales, encerradas por su dueño en la fábrica textil Triangle Shirtwaist de Nueva York es un reconocimiento a todas las mujeres que lucharon para que las que venimos detrás nos encontremos el panorama un poco menos mal del que se encontraron ellas.
Cada organización centra el día en un aspecto diferente de este cambio de conciencia que exige como condición sine qua non la búsqueda de la igualdad plena y real entre hombres y mujeres. Así, mientras la Unión Europea centró el día en la participación de las mujeres jóvenes en política y la puesta en valor de la contribución de diferentes mujeres europeas en diferentes ámbitos, el Consejo de Europa aprovechó la ocasión para explicar en qué consiste el Convenio de Estambul.
Por un lado, a la UE le preocupa la falta de mujeres jóvenes en política y no es para menos, las cifras son las que son: en 1979, cuando se celebraron las primeras elecciones al Parlamento Europeo la participación femenina estaba entorno al 17%, cuarenta años después, en 2019 no llega al 40%. Además de la falta de presencia de mujeres en la representación parlamentaria, si miramos las fotografías las cabezas visibles de las Instituciones siguen siendo de hombres (Comisión Europea, Consejo Europeo, Parlamento Europeo, Banco Central Europeo, etc.). En definitiva, el panorama no es muy halagüeño.
Durante esta semana, el Parlamento Europeo ha acogido una serie de debates sobre este tema con personas expertas en la materia y con parlamentarios/as de los parlamentos nacionales. De todas las cuestiones que surgieron las más repetidas fueron las siguientes: la puesta de manifiesto que los derechos de las mujeres son Derechos Humanos; la llamada a la sororidad (a la confraternización entre mujeres); a fomentar los referentes femeninos en puestos de poder para las más jóvenes; a poner de manifiesto la discriminación sexual (con el movimiento “Me too” en el propio Parlamento Europeo); la necesidad de aplicar el sistema de cuotas para acelerar el proceso de participación equitativa entre hombres y mujeres en diferentes aspectos de la sociedad (llama la atención la reflexión de aquellas parlamentarias que confiesan haber estado en contra de tal medida transitoria, pero que la experiencia les ha llevado a cambiar de opinión; reconocimiento que las honra) y Federarica Mogherini, Jefa de la Acción Exterior de la UE, recalcó la necesidad de tener más presencia femenina en la resolución de conflictos para lograr acuerdos de paz más duraderos basados en el compromiso común.
Por tanto, la participación de la mujer en política es vital para mostrar la diversidad de las sociedades en las que vivimos que se dividen en 50% hombres y 50% mujeres. Decía Michelle Bachelet: “Cuando una mujer entra en política, la mujer cambia; cuando lo hacen muchas, la política cambia”.
Además, la Comisión Europea ha puesto en marcha una campaña con la etiqueta #EUWomen en diferentes redes sociales con la que pretende mostrar el papel de diferentes mujeres europeas como, Ursula Hirschmann o Clara Campoamor en la construcción de una Europa mejor.
Por otro lado, el Consejo de Europa no ceja su empeño en explicar el objetivo y contenido del Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica.
Y aunque a mí me parece absolutamente inaudito tener que explicar en nuestro país, parece que sigue siendo imprescindible explicar qué es la violencia de género o contra las mujeres y qué es la violencia doméstica. Así que, una vez más y siguiendo lo expresado en este tratado firmado y ratificado por España, la “violencia contra las mujeres” “se deberá entender una VIOLACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS y una forma de discriminación contra las mujeres, y designará todos los actos de violencia basados en el género que implican o pueden implicar para las mujeres daños o sufrimientos de naturaleza física, sexual, psicológica o económica, incluidas las amenazas de realizar dichos actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, en la vida pública o privada”.
Por “violencia doméstica” “se entenderán todos los actos de violencia física, sexual, psicológica o económica que se producen en la familia o en el hogar o entre cónyuges o parejas de hecho antiguos o actuales, independientemente de que el autor del delito comparta o haya compartido el mismo domicilio que la víctima”. Esto es, que un (o varios) hombre viole a una chica en la calle es violencia de género no violencia doméstica.
Es más, el Convenio de Estambul incorpora la sentencia M.C. c. Bulgaria de 2003 del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y exige que los estados parte que adapten su legislación penal sobre violencia sexual y violación para añadir la falta de consentimiento como constituyente de hecho delictivo.
Así que para conmemorar este día, el Consejo de Europa ha desarrollado una nueva herramienta en línea para seguir concienciando How do we stop violence against women? 8 Questions on 8 March.
En definitiva, una jornada más para seguir tomando conciencia de las diferentes discriminaciones a las que se sigue sometiendo a las madres, hijas, hermanas, tías, nietas de todos/as es imprescindible para que cambiemos las dinámicas y logremos la igualdad real en todos los ámbitos que les permitirá a las mujeres y a los hombres ser libres de ser quién quieran ser, simplemente, en un concepto diferente de lo femenino y masculino. Es tarea del 100% de la sociedad.