España, una buena democracia

Manuel Molares do Val
La eficaz propaganda del separatismo catalán unida a la del populismo podemita y a la holgazanería de quienes deberían defenderla hace creer a buena parte de los españoles que poseen una mala democracia, mucho peor que las tan admiradas francesa, británica o estadounidense.

El cronista lo resaltó durante varios años según aparecían informes sobre la calidad democrática en el mundo, el último de ellos el pasado 28 de marzo en la crónica «España, una democracia total»

El silencio de los constitucionalistas es un grave error que deberían corregir los más influyentes, que no son políticos sino filósofos respetados, autores de contrastada obra académica – no los profesores de chichinabo ideologizados–, escritores de talla o personas de integridad reconocida.

Porque España es una de las democracias más dignas del mundo, como indican distintos baremos que elaboran regularmente fuentes creíbles.

Acaba de aparecer el índice de libertad de prensa 2017 de Reporteros sin Fronteras, donde España aparece por delante de Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos.

En el Índice de Democracia, elaborado por la acreditada Unidad de Inteligencia de The Economist –nada que ver con los artículos del semanario, hoy poco respetables—, florece como democracia plena, por delante también de Francia, Italia y Estados Unidos.

Y Bélgica, donde se ha refugiado Puigdemont, y cuyos políticos pretenden darle lecciones de democracia a España, está 18 países por debajo en calidad democrática.

Por lo que lo que deben despreciarse los criterios de los aliados seminazis belgas de la Generalidad destituida, de los periodistas extranjeros comprados por esa institución con comidas, viajes, tertulias televisivas y la adquisición de sus libros, y también de los profesorcillos sin obra respetable alguna, pero empeñados en destruir la Constitución,

Bajo la influencia del agitprop de quienes denigran la democracia española parte de sus ciudadanos cree que son fascistas quienes exhiben banderas nacionales para expresar su orgullo por el sistema político y social en el que viven.

Son demócratas leales; los fachas son una mini-olita montada sobre ese gran tsunami.

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