Manuel Molares do Val
Los inmigrantes que consiguen salir adelante en el país que los acoge suelen estarle agradecidos y no tratan de destruirlo usando sus medios y libertades, aunque en España no ocurre así con algunos de los más influyentes.
Es un fenómeno sorprendente, porque en los países europeos, al margen de los islamistas supremacistas y los yihadistas que quieren apoderarse de toda España, Al-Ándalus, los inmigrantes dedicados a la política suelen defender las democracias que los acoge.
Con el separatismo catalán han destacado otros inmigrantes que deberían agradecerle a España sus estudios, trabajos y medios de vida, pero que por algún motivo que sólo los psiquiatras podrían descubrir, parecen detestarla, y especialmente a la Constitución.
Ejemplo, una concejal de Madrid, la podemita peruana Rommy Arce, de 40 años, que llegó siendo adolescente huyendo de su “terrible pobreza”, confiesa, y que con becas y ayudas españolas hizo una carrera universitaria.
Protesta ahora contra su “dictadura legalista” porque la justicia le prohibió ceder un local municipal, esto es, oficial, para un mitin a favor del ilegal referéndum separatista catalán, cuando nadie lo prohíbe en un lugar privado.
Albano Dante Fachin, concejal podemita de Barcelona, argentino de 38 años que llegó también adolescente huyendo de la pobreza; estudió con becas españolas y ahora apoya activamente el “derecho a decidir” la independencia catalana.
Pablo Echenique Robba, argentino de 39 años, llegó también quinceañero buscando el mejor tratamiento para su discapacidad física. Logró y doctorase con impuestos que él defrauda; es portavoz del sector más anticonstitucionalista y proindependentista catalán de Podemos y ahora quiere independizar, además de Cataluña, Aragón.
Ana María Surra, montonera uruguaya de 65 años, vinculada al terrorismo, apareció por España con 46 cuando su país ya era una democracia y se hizo separatista de ERC, partido del que es diputada en el Parlamento.
Esta España les proporcionó medios de vida, pero ellos muerden a quien con sus leyes y ayudas les dieron de comer sin pedirles siquiera agradecimiento o lealtad.
Ya, lo manifesto San Pablo: No se pueden alimentar los cerdos, con margaritaas……