Francisco J. Elvira Area
– «Aquí les dejo sus cafelitos y dos de churros, que aproveche y no bajen la guardia pues tenemos por aquí una gaviota a la que le gustan…»
No presté mucha atención, a primera hora de la mañana, en vacaciones, no voy muy ágil que digamos. Abrí el periódico y me puse a cotillear los titulares pues, como indique previamente, en vacaciones llevo un ritmo algo indolente, mi mujer se encargó de poner el azúcar a los dos cafés, también con su parsimonia estival, en un cortés silencio conyugal.
De pronto ella lanzó un grito, la mesa se estremeció y a mí me subió la sangre hasta ese instante calma. Un bicho enorme patinaba sobre la mesa aleteando y tirando todo lo que ésta sostenía, un verdadero terremoto rompió la calma.
Ni que decir tiene que desperté súbitamente de mi letargo, un bicho de quizás un metro de envergadura zapateando y aleteando sobre tu desayuno te despierta de golpe; gris, era gris creo y también blanca pero enorme. Mi mujer y yo nos quedamos paralizados sin saber qué hacer.
Fueron solo unos instantes, quizás uno o dos segundos, pero largos, sí fueron largos, entonces el bicho se giró y me miró, sostenía dos churros en su largo pico amarillo, tomó impulso y despegó dejando la mesa tambaleándose.
Ahora si estábamos despiertos, mi corazón se me aceleró de cero a cien en menos de dos segundos, nos mirándonos el uno al otro sin terminar de entender que había pasado y desde donde había picado aquel bicho.
– «Ya les avisé, ¿les traigo dos o tres churros más?»
Nos rescató un tranquilo Carlos, camarero de toda la vida en el Café Avenida con experiencia en estos lances, lo hizo con un tono neutro, como si no hubiese pasado nada.
Resultó que el bicho se llama Juanita, y ha anidado en el tejado del edificio, nos contó después Antonio, otro camarero. Ahora pesca churros en lugar de ir a la mar a ganarse el sustento, y lo hace a
diario; en cuanto alguien se sienta en una mesa que sobresalga de la protección del toldo y deje a la vista el churro, Juanita lo detecta y le puede hace un picado que le despierta en el acto y le resta churros.
Otro buen aliciente para ir al café Avenida a desayunar, pero aún hay más; al parecer Juanita no es la única gaviota que se invita a tu desayuno, hay otra, son dos (de momento) las que practican la pesca del churro en picado, una es más “tocha” que la otra, por lo que su picado puede ser más potente…
¿Cuál te tocará a ti?
jajajaja, es la evolución de las especies, pedirá el periódico, digo, la tablet en dos o tres generaciones más.
Ja Ja,Creo que así será, Fran.
Lo cierto es que manda en sus reales, jo si manda!
Si,así se comporta Juanita…