Dentro de su larga historia, el enclave portuario conocido en los tiempos antiguos como Magnus Portus Artabrorum, persistió luego como Golfo Ártabro para englobar las rías de Ferrol, Betanzos y A Coruña. Durante la Edad de Hierro, desde el siglo VIII hasta el I antes de Cristo, la manifestación material más importante de este territorio fueron los castros, poblados fortificados relativamente abundantes en la comarca ferrolana.
Diversas publicaciones, entre otras “Catalogación arqueolóxica da ría de Ferrol”, obra conjunta del año 1985 de Ana María Romero y Xosé Manuel Pose; “Catalogación castrexa da bisbarra deFerrol”, obra del año 1987 de un equipo de la Vocalía de Arqueología del Ateneo Ferrolán; y “Ferrolterra Galaico-Romana”, publicación conjunta de varios autores del año 1997 de la Facultad de Humanidades de Ferrol, coordinada por Victor Alonso Troncoso, estudiaron los yacimientos castreños de la Comarca de Ferrolterra, además de los anteriores trabajos específicos de investigadores como Saralegui Medina, Fort Roldán y Couceiro Freijomil.
Aunque en general no se llevaron a cabo trabajos sistemáticos de excavación, las anteriores publicaciones informan de la presencia de alrededor de 12 castros en el actual Concello de Ferrol. Los trabajos citados indican que la comarca ferrolana es una de las que, dentro de Galicia, presenta una mayor densidad de yacimientos castreños, tanto por parroquia como por unidad de superficie.
Dentro de los castros catalogados en estos trabajos, la mayoría asentados en alturas medias dentro de la orografía de la zona, destaca como castro costero el de Lobadiz, situado en la península de su nombres; así como los de A Croa de Fontá, relacionado con las leyendas de la laguna de Doniños, los de Mandiá, de Tralocastro en Esmelle, de Papoi en Marmancón y de Vilasanche. Entre los castros desaparecidos se pueden citar los de Ferrol Vello y de Santa Mariña.
Muestra especial interés el castro costero de Lobadiz, localizado en la parroquia de San Xurxo da Mariña, frente a las islas Gabeiras. Presenta un recinto bastante amplio, de forma casi pentagonal que semeja una península, con unas medidas de unos 250 metros (eje N-S) por 200 metros (eje E-W). Instalado en un agreste promontorio tiene sus defensas situadas en el istmo de entrada al recinto, al estar protegido y rodeado el resto del perímetro por el propio mar. Estas defensas consisten en una doble línea de murallas con un foso intermedio.
En las excavaciones que se llevaron a cabo se pusieron al descubierto pequeños restos de viviendas de plantas redondeadas y cuadrangulares, construidas de un aparejo de escasa calidad. En la entrada del castro unos montones de piedra señalan lo que pudieron haber sido dos torres defensivas. En las mencionadas excavaciones, algunas realizadas sin control y de modo clandestino, se encontraron algunas piezas de cerámica típica castreña, prácticamente carente de decoración, y restos de molinos de mano, habiendo sido depositado parte de este material en el Ateneo Ferrolán. Desde el punto de vista inmaterial y de las leyendas que acompañan al castro de Lobadiz, algunos de los vecinos de más edad hablan de pasadizos subterráneos hasta las próximas islas Gabeiras o incluso hacia el más alejado castro de A Croa de Fontá.
Además de la inevitable agresión de los agentes naturales (especialmente mar y viento) y la falta de limpieza, el castro de Lobadiz sufre constantes atentados humanos a su integridad, desde el levantamiento de casetas de verano cortando la propia muralla o de vergonzosas construcciones de mala calidad de las que se desconoce su utilidad hasta el adiestramiento de presuntos deportistas en motos todo terreno, todo ello sin respuesta alguna de una Administración siempre en Babia.
Se viene escribiendo que el castro costero de Lobadiz es de propiedad comunal, aunque al tratarse de la ribera marítima se supone que algo tendrá que decir sobre el particular la Ley de Costas. En todo caso, el joven e inexperto Concello de Ferrol, si alguna vez espabila y se preocupa por su Patrimonio Cultural, tiene una magnífica ocasión de parar estas vergonzosas agresiones y ocuparse en cuidar y poner en valor el notable yacimiento castreño de Lobadiz.
Mientras tanto, la entusiasta y recién creada entidad en defensa del Patrimonio, PAFERR, tiene una espléndida ocasión de pasar de las declaraciones a los hechos, dando a conocer los valores patrimoniales y arqueológicos del castro costero de Lobadiz, proponiendo soluciones para su puesta en valor. Desde el Foro de Amigos de Ferrol (F.A.F.) estamos atentos para ver si alguien es capaz de mover ficha.
Por la transcripción, Juan J. Burgoa