La Navidad es la época del año en la que inexcusablemente hacemos balance de lo pasado y formulamos los buenos propósitos para los tiempos venideros; tales intenciones son las que nos animan a seguir buscando nuestras quimeras, que en el caso de los ferrolanos, siempre, incluimos el deseo de progreso de nuestra ciudad y eso es un magnífico síntoma de amor por lo nuestro.
En mi caso, cuando hago tal propósito, no puedo evitar tenrr un sentimiento algo contradictorio. Resulta que yo soy una persona optimista por naturaleza y siempre me he metido en guerras perdidas con la ilusión de ganarlas, pero con Ferrol, a veces, me ataca el pesimismo de una manera desaforada, y me enfada. La suerte es que mi optimismo me supera y sigo pensando en Ferrol como esa gran ciudad, aunque cada día, en ella, muera algo emblemático. Quizás ya soy mayor para cambiar y quiero seguir siendo optimista. Por tanto sigo creyendo en Ferrol, aunque reconozco que algo de ayuda le hace falta y hoy, como resultado de ese buen propósito navideño y adn ferrolano, me he propuesto no ser crítico con los sucedidos ferrolanos, más bien todo lo contrario; prueba de ello es que en mi carta a los Reyes Magos (o si prefieren a Papa Noel, pero yo me he entendido siempre mejor con los Reyes Magos) este año, todo lo que pido, es para Ferrol y quiero compartirla con Vds. y se la trascribo literalmente:
«Queridos Reyes Magos: Otro año más me dirijo a vosotros y antes de continuar, quiero agradeceros vuestro empeño en hacer realidad nuestras ilusiones. El año pasado os habéis portado muy bien con mi familia y conmigo, así que mi sincera gratitud por vuestra deferencia. Mis peticiones de este año no son para mí, aunque es justo decir que también me afectan. Os pido para mi pueblo; para mi querido Ferrol, donde vivo con mi familia que quiere seguir viviendo aquí y también para un montón de buena gente que piensa como yo.
No sé sí habéis visto bien Ferrol, ya que vuestro trabajo es de noche, y mucho, y es más difícil de contemplar el entorno por el que pasáis, pero no pierdo la esperanza de que hagáis un esfuerzo y observéis lo bonito que es. Reconozco que lo tenemos algo abandonado y puede dar la sensación de que los ferrolanos hemos caído en una especie de “me da igual” y más bien podemos parecer como esa foto tradicional de un grupo de jubilados que pasan un buen rato observando la evolución de una obra. Pero no tengáis tal impresión. No creáis que no somos gente alegre, ¡qué va!, fijaros como somos, ¡tenemos hasta lenguaje propio! además de cierta cultura muy nuestra. Y cuando hay actividades, inundamos las calles para disfrutarlas, fijaros como será que hasta nosotros mismos decimos “¡cuánta gente!”. Me gustaría acompañaros un día y que en el paseo miraseis hacia arriba y hacia el horizonte para que os dieseis cuenta de cuantas cosas bonitas tenemos Os encantará, y desde luego su gente. Pero al grano, que tenéis mucho que hacer.
Para mi pueblo, que fue una gran ciudad, no os pido mucho:
Luz sobre quienes tienen la responsabilidad de plantear y ejecutar ideas prácticas y realistas, con imaginación y sentido del progreso, que iluminen la Ciudad y la modernicen y sea una esperanza y una ilusión vivir en ella.
Ayúdadnos a romper lo que parece una “incapacidad ciudadana” que nos impide ser positivos y prácticos; luchadores y exigentes.
Solo dos cosas, no es mucho; pero muy importantes para mi Ciudad (que con vuestra ayuda lo volverá a ser).
Melchor, Gaspar, Baltasar, sé que haréis todo lo posible por cumplir tales deseos. Os lo agradecemos mucho.
A Vds. amigos lectores, les deseo una muy feliz, y ferrolana, Navidad. De todo corazón».
Gracias Carlos por esta carta bonita. Ojalá llegue a su destino y tus sueños se hagan realidad. Simplemente me gustaría añadir un apunte o postdata a ella. El día 24 al mediodía, un día después de que la escribieses, las calles del centro de Ferrol eran un hervidero de gente. Gente joven sobre todo, venidos de fuera y jóvenes que por suerte han tenido la oportunidad de quedarse. Se están institucionalizando los pinchos de almuerzo entre jóvenes y mayores, porque este día ya nadie o casi nadie hace la comida en casa.
Besos, abrazos, brindis, risas de aquellos que vuelven a una ciudad en donde las grandes pandillas se entremezclan porque la mayoría se conoce, nadie es extraño y da igual quién pague el vino. Incluso si bajas solo, perfectamente llegarás a casa a las 8 o 9 de la noche a celebrar la nochebuena con tu familia. Y es que la nochebuena en Ferroliño cada día se celebra más a mediodía, recibiendo y esperando a esos amigos deseosos de no tener que dar ni dos pasos para reencontrarse de nuevo, deseosos de tomarse su tapa de tripas, de chicharrones y una estrella, sin tener que pedir un préstamo para ello. El día 24 yo he vivido ese optimismo y esa tranquilidad de estar de nuevo en casa y por todos nosotros y por ellos debemos de seguir luchando para que un día puedan por fin afincarse en una ciudad en donde es un privilegio vivir
Muchas gracias por tu comentario, Teresa. Ojalá fuese Nochebuena cada día, aunque es mucho pedir. Pero… ojalá. Los ferrolanos somos capaces, pero en las organizaciones ha de haber alguien que habra puertas y la ciudadanía ha de empujar y ambos cosas las echo un poco de menos en Ferrol. Esperemos que la mágia de los Reyes nos de un chute de empuje.
Muchas gracias, repito y muy feliz y ferrolano año nuevo.