Enrique Barrera Beitia
La Humanidad ha encadenado en los doscientos últimos años grandes inventos, como la máquina de vapor, los telares mecánicos, el ferrocarril, el acero, la electricidad, el petróleo, la energía nuclear, el uso masivo de los vehículos a motor, los ordenadores e internet. La siguiente revolución industrial se basará en el uso masivo de los robots, del grafeno y de las impresoras 3D.
Los robots y la inteligencia artificial ya son una realidad, principalmente en las industrias automotrices y electrónicas, siendo Japón el pais que más robots emplea, tanto en sus fábricas como en sus casas.
El grafeno es una sustancia obtenida del grafito (el material usado para la mina de los lápices) y sus átomos se estructuran en hexágonos. Es 100 veces más fuerte que el acero y 5 veces más ligero que el aluminio, se autorepara y es muy flexible. Además tiene una increible variedad de usos industriales: es mucho más eficaz que el silicio como materia prima para ordenadores, móviles y placas solares, puede destruir células infectadas de cáncer sin dañar las sanas, almacena como batería muchísima más energía que las actuales, etc.
Por su parte, las impresoras 3D permitirán la fabricación en el momento deseado de muchos objetos personalizados por parte del comprador. Una parte importante de la producción se obtendrá al margen de las fábricas, y estas serán más pequeñas, cercanas, eficientes y carecerán de «stocks».
Consecuencias sociales: Renta Básica Universal (RBU)
Se fabricarán enormes cantidades de bienes de consumo con menos trabajadores, y lo mismo pasará con los servicios. Una buena parte de la población laboral será prescindible, pero habrá que proveerla de medios de subsistencia, no sólo para evitar estallidos sociales incontrolados, sino para que no se contraiga la demanda y se colapse la economía, porque sí sólo tienen dinero los que trabajan y estos cada vez son menos, cada vez se venderá menos. No se trata de solucionar la vida a los vagos que quieren vivir sin trabajar, sino de evitar la contradicción de tener saturados los mercados de bienes y servicios.
La única manera de romper este círculo vicioso es implementar una idea hasta ahora absurda: dar una renta básica a la gente que no trabaja. Si estos se hace finalmente, habríamos vuelto a una situación semejante a la antigua Roma, cuando la competencia del trabajo esclavo creó una masa de ciudados ociosos a los que el estado y las clases enriquecidas mantenían mediante la entrega gratuita de alimentos por el estado, y el clientelismo: panen et circenses.
Por otro lado, nunca la Humanidad ha tenido tanta riqueza, y con la masificación de los robots y la próxima revolución tecnológica del grafeno, la brecha se ampliará mucho más, así que se trata simplemente de implantar un impuesto a las grandes fortunas. En la antigua Roma, los patricios y los equites que sumaban aproximadamente el 10% de la población y acumulaban el 70% de la riqueza, cedían a través del clientelismo, buena parte de sus rentas a los plebeyos pobres, asegurando de paso su lealtad en las votaciones.
Como sobrevivirán trabajadores cualificados en un número apreciable, es de sentido común que sus ingresos superen ampliamente a los perceptores de la Renta Básica, para asegurar el esfuerzo humano. En la actualidad, todas las CC. AA conceden una renta básica, con carácter temporal y limitada a un número muy reducido de beneficiarios. En Galicia se denomina RISGA y está condicionada a cumplir unos requisitos, entre ellos la búsqueda de empleo. Se entrega a unas 10.000 personas y tiene una media de 450 € al mes.
Todos estos inventos, aparatos, máquinas y robots debieran redundar e beneficios para los trabajadores con reducción de jornadas y asistencia a parados y dependientes. Actualmente solo benefician a las Empresas. Los gobiernos deben legislar para que repercuta en beneficio de todos.
El RISGA en Galicia esta copado por casi todos los toxicómanos y rumanos.
Puede comprobarlo en los servicios sociales de cualquier Ayuntamiento.