Enrique Barrera Beitia
Mi opinión es que las próximas elecciones generales se celebrarán antes que las autonómicas y municipales de mayo de 2027, pero no en lo que queda del presente año. Cuando escribo este artículo, hay varias certezas e incertidumbres que tendrán que despejarse para determinar la fecha y el tipo de salida a esta crisis.
Tenemos la certeza de que la economía seguirá creciendo y creando empleo, lo que es una buena noticia para la población y un activo electoral para el gobierno. También tenemos la certeza de que la causa instruida contra José Luis Ábalos, Koldo García y Santos Cerdán, terminará en juicio con muy malas perspectivas para los encausados, pero no sabemos si la trama quedará encapsulada en estas tres personas, y si no es así, qué extensión puede alcanzar. Tampoco sabemos lo que ocurrirá en otras causas abiertas de manera más torticera, y que por lógica jurídica deberían archivarse.
La pregunta que se hacen los españoles es si Pedro Sánchez conocía esta corrupción, y mi opinión es que no por una razón muy sencilla: si hubiera alguna prueba de ello ya se habría publicado. El PP lleva muchos meses con una campaña para derribar a este gobierno, mezclando informaciones ciertas con otras falsas, y puesto que hay indicios muy sólidos de que conoce los informes antes de que estos lleguen a los juzgados, no tiene ningún sentido retener una información tan decisiva para usarla más adelante, porque no debemos olvidar que también se instruyen procesos penales relevantes que afectarán al Partido Popular después del verano.
Pedro Sánchez tiene ante sí un doble dilema. Por un lado debe calcular la fecha para decidir un adelanto electoral que deje suficiente espacio de tiempo con las municipales y autonómicas, porque al PSOE le interesa que los que tengan buena opinión de los alcaldes y presidentes autonómicos socialistas, acudan a votar en esos comicios ya liberados del deseo de castigarle personalmente, una dualidad que sin duda existe en parte de su electorado.
El segundo dilema es si repite o se retira. Tal vez porque a Pedro Sánchez se la ha dado por muerto en varias ocasiones y siempre ha resucitado, está asentada la errónea creencia de que si dimite tienen que celebrarse elecciones generales inmediatamente, y que además debe repetir como candidato, pero nada impide que una renovada mayoría parlamentaria puede apoyar a otra persona, y la legislatura continúe.
Hay otra razón para no adelantar a 2025 las elecciones, y es la necesidad de dar tiempo a los partidos que en su momento integraron Sumar para que concreten algún tipo de acuerdo. En las últimas elecciones obtuvieron representación en veinticuatro provincias, pero en Coruña, Pontevedra, Vizcaya y Tenerife ya no tienen ninguna posibilidad, y en las restantes, obtendrán entre 12-15 si compiten entre sí, o 20-28 si llegan a un pacto de no agresión, y siempre que sólo presenten una lista en cada provincia. La excepción sería Madrid, donde es inevitable que compitan Podemos y Más Madrid. Presentarse en las demás provincias es gastar recursos económicos en balde.