Rusia siempre ha sostenido que Occidente prometió que no habría ampliación de la OTAN hacia el Este, a cambio de aceptar la unificación alemana. Los occidentales siempre dijeron que no hubo tal compromiso, y en los 26 últimos años ampliaron la OTAN a doce nuevos estados.
Ahora ya sabemos quien decía la verdad, porque los periodistas e historiadores tienen acceso documentado a las conversaciones celebradas en Moscú en febrero de 1990, entre el gobierno soviético y una delegación occidental que incluía al secretario de Estado norteamericano James Baker y al canciller alemán Helmut Kohl. Efectivamente, acordaron la no expansión de la OTAN hacia el este, pero no se firmó ningún documento.
Todo saltó por los aires en 2014, cuando la OTAN intentó incorporar a Ucrania tras el golpe de estado que derribó al gobierno pro-ruso de Víktor Yanukóvicht. La respuesta inmediata de Rusia fue la anexión o reintegración (según se prefiera) de Crimea en marzo, y el mantenimiento de una guerra de baja intensidad en los territorios fronterizos con Ucrania.
Los rusos en Siria
El otro escenario donde Rusia ha plantado cara a Barack Obama y Hillary Clinton ha sido Siria. Tras la caída de Sadan Hussein, el Pentágono planeó repartir Irak y Siria en tres nuevos estados: los kurdos en el norte, los suníes al oeste de Bagdad y los chiíes al este, con capital en Basora.
Los detalles de esta reordenación territorial están publicados en un libro no desautorizado del coronel estadounidense Ralph Peters, editado en 2006 y titulado Greater Middle East (Medio Oriente Ampliado). Sin embargo, la intervención rusa ha trastocado esta planificación y la victoria de Donald Trump la cancelerá.
Buen análisis