El proyecto de peatonalización del ferrolano barrio de La Magdalena, se está discutiendo desde hace varias legislaturas municipales, sin que hasta la fecha haya habido el consenso suficiente para tomar la decisión, o la valentía, de debatirlo y actuar. Pero antes de continuar con mi opinión, quiero dejar claro que yo no soy ni urbanista, ni sociólogo como para dar opinión basada en principios científicos sobre la bondad o no de la peatonalización de nuestro querido barrio; mi único fundamento es mi antigüedad como ferrolano.
En este debate hay un principio en el que estamos todos de acuerdo: el barrio está en decadencia. Ocurre que la media de edad de sus habitantes es bastante alta, que los espacios están saturados de vehículos aparcados, que hay dificultades para la rehabilitación de edificios y un mal diseño del tráfico rodado, así como un comercio manifiestamente mejorable. Además de otros aspectos que no ayudan a que el barrio sea lo que fue, o lo que debe ser.
El barrio de la Magdalena está proyectado de manera diferente a la mayoría de ciudades; tiene un diseño moderno, realizado con escuadra y cartabón, de calles anchas y en forma rectangular que al sur y el oeste acaba en el mar. La mayoría de las ciudades han crecido de manera circular, siendo su centro actual la parte más antigua y donde están ubicados los edificios emblemáticos de la ciudad. En este tipo de ciudades, las calles del centro histórico son más estrechas y el desarrollo siempre ha dejado libre y fácil el acceso a tal centro, al igual que su salida. Esta característica ha hecho más sencillo sus procesos de peatonalización, que casi siempre han ido acompañados, o previamente a ello, de planes y obras de rehabilitación. En el caso de Ferrol, y en base a su característica diferencial, el peatonalizar sin ciertas medidas previas, puede provocar que el barrio (situado en el extremo oeste de la ciudad y final) quede aislado del resto de la ciudad con posibilidades de crecimiento limitado por falta de espacio urbano, y por tanto cualquier desarrollo posterior sea mucho más lento y costoso (tenemos el ejemplo de abandono en Ferrol Vello).
Previo, insisto, a este proceso se han de definir los objetivos, se han de especificar las medidas previas que definan el modelo de barrio y que garanticen su continuidad en todo su esplendor. Solucionar la comunicación urbana y acceso de servicios y personas, así como un cambio en el modelo comercial, es prioritario.
El caso es que hoy estamos pagando las consecuencias de demasiadas demoras en la toma de decisiones respecto al barrio y la oportunidad de obtener fondos de la CEE, al igual que lo hicieron otras ciudades. La enfermedad de nuestro barrio está muy avanzada y requiere una terapia especial y urgente, y es posible que la peatonalización sea una solución, convirtiéndolo en una zona de ocio y esparcimiento. El camino es largo y complejo y probablemente sean las últimas oportunidades para el barrio. Pero creo que si no se hace con cuidado y consensuado y en las etapas que corresponda, aislaremos y mataremos una de las joyas de la corona de nuestro querido Ferrol.
El problema es, precisamente, el que usted cita: La trama del barrio es alargada y actualmente nadie se plantea prescindir totalmente del coche en una ciudad con clima atlántico. La única manera de que el barrio sea peatonal es conservar viales para el tráfico (los mínimos imprescindibles y en sentido longitudinal y transversal) y garantizar todas las plazas de aparcamiento que se puedan para dotar a la población; la ecuación es sencilla, ya que se necesitan tantas plazas totales (publicas y privadas, en superficie y subterráneas) como residencias se ocupen.
Es así de sencillo.
Totalmente de acuerdo con lo que dices Carlos J. García. Todo lo que indicas es lógico, razonable y tiene sentido. Está muy claro. Lo que no entiendo, es como los políticos, que están ahí para atender y gestionar nuestras necesidades, como no nos preguntan lo que queremos, como lo queremos cuando lo queremos, y aún encima lo hacen mal. Un abrazo, Luis.