Ángela Ruiz Róbles y la inventiva hispánica

Al entrar en Google el día de Chamorro, vi con sorpresa y alegría que este buscador, el más importante de la Red, dedicaba el día al «121 aniversario del nacimiento de Ángela Ruiz Robles», leonesa de nacimiento pero ferrolana de adopción y que figura en la wikipedia como la precursora del libro electrónico. Aunque realmente sea una definición excesiva, no deja de ser meritorio el invento de esta mujer, fallecido en 1975 a los ochenta años de edad.

El libro mecánico carecía evidentemente de chips electrónicos, pero mediante cinco carretes intercambiables, era interactivo, pudiendo el usuario insertar datos y relacionar los textos con ideas.
El libro mecánico carecía evidentemente de chips electrónicos, pero mediante cinco carretes intercambiables, era interactivo, pudiendo el usuario insertar datos y relacionar los textos con ideas.

En 1949 construyó un prototipo en el Parque de Artillería de Ferrol, con la ayuda de personal militar y lo patentó ese mismo año. Su idea era crear una herramienta que aligerase el peso de las carteras de los alumnos e hiciera más atractivo el aprendizaje. El Ministerio de Educación mostró cierto interés, pero no recibió la ayuda necesaria para su producción en serie. Ángela Ruiz-Robles, sí recibió una oferta de EE.UU para desarrollar su prototipo, pero la rechazó. No era ninguna chapuza y hubiera podido fabricarse en serie en un país con más medios y usando materiales más livianos, pero España no era en esos años el país adecuado.

En general, un inventor extranjero es también un emprendedor que quiere fabricar y comercializar su invento. Los inventores españoles, buscan un comprador y se desentienden de aventuras empresariales. Las excepciones más conocidas han sido el chupa-chups (Enric Bernat), la grapadora (Juan Solozabal y Juan Olives) el afila-lápices de mesa (Ignacio Urresti) y la fregona (Manuel Jalón Corominas). En el caso de Ángela Ruiz-Robles, habría sido doblemente complicado convertirse en esmpresaria, dada su condición de mujer que vivió en una época, donde el Código de Familia limitaba extraordinariamente la actividad económica de las mujeres.

Esta historia me ha hecho reflexionar sobre la inventiva de supervivencia que se desarrolló en España durante la primera etapa de la dictadura franquista, un periodo que abarcó los años 1939-1959 y que se conoce como Autarquía. El país estaba aislada internacionalmente y la economía retrocedió en todos los frentes, de manera que como pura supervivencia, el país empezó a construir por su cuenta todo lo que podía y como podía. El resultado, como es de suponer, dejaba mucho que desear en cuanto a los parámetros de calidad.

Teléfono de peto y auriculares y micromarcado, productos patentados por Fenya.
Teléfono de peto y auriculares y micromarcado, productos patentados por Fenya.

En el barrio de Canido, oficiales de las Fuerzas Armadas crearon Fenya (Fabricaciones eléctricas, navales y artilleras). Hace años, compré un libro escrito por Justino Fernández sobre esta fábrica que construyó aparatos telefónicos y centralitas. Aunque registraron alguna patente, se limitaron en general a adaptar y encajar tecnologías obsoletas. Ya funcionaba durante la Segunda Guerra Mundial y en una investigación que desarrollé sobre la red de espionaje británica, encontré un informe emitido por su agente en Ferrol, que dice así:

En relación a la pregunta sobre una fábrica de telémetros y aparatos de óptica para la marina, existe una fábrica emplazada en el punto exacto que indican en su pregunta y que se llama FENIA, la cual se dedica única y exclusivamente a la fabricación de teléfonos, pequeñas centralitas eléctricas, cajas de empalmes eléctricos, arrancadores eléctricos, y material similar, pero en lo que se refiere a telémetros, etc, se puede asegurar que no hay tal cosa. Tiene 300 obreros distribuidos en tres pabellones. En esta fábrica no trabajan alemanes y sí los ingenieros de la Constructora Naval y maestros de la misma, teniendo en cuenta que es una empresa particular, aunque la mayoría de las acciones están en poder de los ingenieros y directores de la Naval. No obstante, nuestros informantes participan que existe dentro de la Constructora Naval un alemán, que está encargado de la reparación de los telémetros de Marinas, el cual está establecido en un salón desde el año 1936. Espero poder dar más detalles en el próximo informe, en caso de que los descubra.

Pero sin duda, la fabricación de microches (casi todos en Barcelona), fue el ejemplo más claro de la inventiva hispánica de supervivencia. Se construían de manera artesanal, muchas veces por encargo y usando materiales no metálicos y usando motores de motocicleta, los únicos disponibles. No fueron coches exclusivos de España, porque también se construyeron en Europa en los difíciles años de la postguerra mundial, pero a los cuatro o cinco años ya empezaron a ser sustituidos por modelos fabricados en serie, algo que en España ocurrirá en 1957 con la fabricación del famoso SEAT 600.

En Barcelona existe un Museo dedicado a los micro-coches de la autarquía, la mayoría de los cuales tenía sólo tres ruedas (foto de la izquierda). A la derecha, el más conocido de todos, el biscúter, del francés Gabriel Voisin. Se fabricaron bajo licencia 12.000 ejemplares en Barcelona.
En Barcelona existe un Museo dedicado a los micro-coches de la autarquía, la mayoría de los cuales tenía sólo tres ruedas (foto de la izquierda). A la derecha, el más conocido de todos, el biscúter, del francés Gabriel Voisin. Se fabricaron bajo licencia 12.000 ejemplares en Barcelona.

Enrique Barrera

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