A las nueve de la noche efectuó su salida de la capilla de la Venerable Orden Tercera de San Francisco la procesión de la Virgen de la Soledad. Hasta última hora la junta de gobierno estuvo pendiente del tiempo y decidieron salir en procesión aunque tomando las precauciones necesarias, entre ellas sustituir el paso de la Virgen, una talla anónima del siglo XVIII, con su hermoso dosel bordado en oro sobre tela de damasco por unas peanas llevadas a hombros por cofrades.
Los cofrades acompañaban a la bella imagen que muestra el dolor de la madre ante la pérdida de su hijo amado.
La imagen lucía un hábito blanco, recamado en hilo de oro con temas vegetales y el manto de terciopelo negro bordado en hilo de plata.
Acompañaba a la Soledad en su tristeza, la hermosa y moderna talla de María Magdalena, obra de Guillermo Otero Feal del año 1956, en un trono ovalado.
La procesión inició un corto recorrido por la calle Real y poco tiempo después de su salida de la capilla de la Venerable orden tercera tuvo regresar a la capilla sede porque la lluvia cada vez se hizo más intensa.