Enrique Barrera Beitia
El INE ha confirmado nuestra caída por debajo de los 69.000 habitantes, pero la gravedad de la situación va más allá de la simple cifra, como intentaré explicar en este artículo con los datos que dispongo de 2014. Para los lectores que no estén familiarizados, una pirámide demográfica es una representación visual de la población, segmentando las diferencias de sexo y edad en barras horizontales que abarcan cinco años cada una. En la pirámide de Ferrol apreciamos dos características importantes… y graves.
La primera es una longevidad femenina muy acusada. Las mujeres españolas superan en perspectiva de vida a los hombres (85 a 82 años respectivamente), por lo que hay más viudas que viudos. En el caso de Ferrol, este desequilibrio es mucho más acusado. Si tomamos como referencia los 70 años en adelante, nos encontramos que por cada 100 españolas que superan esta edad, sólo lo hacen 71 españoles, mientras que en Ferrol, la proporción es de 100 a 49.
La segunda es un notable envejecimiento. Los menores de quince años suman 7.780 personas, frente a los 22.966 personas que superan los sesenta años. Incluso si a estos jóvenes les agregamos los que tienen edades comprendidas entre los 15 y los 24 años, la cifra resultante sería de 13.363, claramente inferior a la tercera edad.
Crecimiento de la pobreza y de la dependencia biológica.
¿Qué tiene de grave que las mujeres vivan más que los hombres? Nada, salvo que genera un problema de pobreza y dependencia femenina. Entre las viudas ferrolanas, apenas hay pensiones laborales y predominan las contributivas o las de viudedad, que como todos sabemos, son de escasa cuantía.
Además, tenemos unas 4.000 personas mayores de 65 años que viven solas y otras 13.000 que pueden quedar sin compañía en los próximos anos. Por si fuera poco, más de 1.000 ferrolano/as padecen demencias y la mitad la enfermedad de Alzheimer, propia de edades avanzadas. La perspectiva es de un aumento progresivo y muy acusado de ferrolanos y sobre todo de ferrolanas, con dependencia (incapacidad de valerse por sí mismas) moderada, severa o total.
El Plan de Dependencia, puesto en marcha en 2007 por el denostado presidente Zapatero, pretende mantener el máximo tiempo posible al mayor número de personas, integradas en su ámbito territorial y con autonomía personal, atrasando o evitando su ingreso en residencias. El primer escalón son los programas de Ayuda a Domicilio (limpieza, catering y lavandería) y los Centros de Día, que mantienen la calidad de vida de los mayores y se contienen el gasto público.
El financiamiento es competencia de las CA.AA, que a su vez reciben los fondos del Gobierno Central. Pero ocurre que se han recortado 2.000 millones de € en los fondos destinados a esta ley a lo largo de los cuatro últimos años, por lo que la tasa de cobertura ha caído. Aumenta el número de personas que necesitan acogerse a este plan al tiempo que se reduce el número de beneficiarios. El impacto en Ferrol ha sido muy doloroso ya que nuestras necesidades crecen por encima de la media estatal.
Los centros de día (a la izquierda, el de Caranza) trabajan la prevención y ralentizan los problemas propios de las personas mayores, que continúan sin desvincularse de su entorno. Son el eslabón intermedio entre la total independencia del mayor y la estancia en residencias (a la derecha, la de Caranza).
Imposibilidad de alcanzar la tasa de reposición
La segunda consecuencia es que nuestra recuperación demográfica escapa ya a nuestras propias posibilidades, porque los ferrolanos que mueren cada año casi duplican a los que nacen. Para ser exactos, tenemos una media anual de 483 nacimientos y de 900 fallecimientos. Nuestra tasa de natalidad es de 7 nacimientos por cada 1.000 habitantes frente a los 9 de España y si vemos la pirámide demográfica de Ferrol, no hay ningún motivo pare ser optimistas en el futuro. Por desgracia, estamos demasiado lejos de alcanzar la tasa de reposición.
¿Hay alguna estrategia para invertir esta tendencia? A mi entender, sólo hay dos. Lamento ser tan poco original, pero la primera consiste en crear empleo (nada más y nada menos). Sabemos que muchos ferrolanos que han abandonado la ciudad, sienten morriña y volverían si encontraran aquí una oportunidad laboral, porque en comparación con otras ciudades, la vida en Ferrol es más barata… y además, tiene algo intangible que engancha. Sin embargo, seguiríamos teniendo déficit demográfico.
La segunda estrategia es la inmigración. Puede que algunos de nuestros lectores estén preocupados por la catástrofe que puede suponer perder nuestra herencia genética, pero ya les advierto que nuestros genes no están precisamente emparentados con las altas alcurnias. Sería, salvando las distancias, reencontrarnos con nuestra propia historia, ya que para poner en marcha a partir de 1749 los astilleros y el Arsenal Militar, la Corona ordenó el traslado forzoso a Ferrol de 7.000 personas que estaban cumpliendo condena en la cárcel y jóvenes que estaban en los hospicios peninsulares. Así que ya ven ustedes, fuimos una experiencia piloto de lo que luego hizo la Corona británica en Australia.
Desgraciadamente, los inmigrantes se asientan en las zonas de mayor dinamismo económicos, lo que nos excluye, por lo menos hasta que nuestra economía entre en un ciclo estable de crecimiento. En 2014, estaban censados en Ferrol un total de 2.217 extranjeros, el 3.2%. mientras que en España era del 11%.