Pasadas las ocho y media de la tarde en el CAE 112 se recibió la llamada de un particular indicando que un edificio de la calle Alegre, en Canido, se encontraba ardiendo y que al parecer en su interior podría estar una persona.
Inmediatamente fueron alertados los servicios de la Policía Local, Policía Nacional, Emerxencias Médicas-061 que acudió con una ambulancia asistencial, y de Bomberos, que se presentaron en la zona frente al número 66 de la calle Alegre, en las inmediaciones del Corral del Chapón y confirmaron como efectivamente se había declarado un incendio en la vivienda, deshabitada aunque en su interior se encontraba un ciudadano de nacionalidad senegalesa que se lanzó desde una ventana del primer piso, desde unos cinco metros, a la calle. Según declaraciones de algunos vecinos a veces la vivienda solía ser utilizada para dormir por indigentes.
La labor de los bomberos fue intensa para evitar que las llamas afectasen al edificio colindante, el número 68, cuyos residentes no se habían apercibido del incendio y tuvieron que ser desalojados por efectivos de la Policía Nacional. Los bomberos, utilizaron varios vehículos, tres camiones y dos autobombas entre ellos el camión-escalera.
También se desalojaron a los vecinos de las viviendas contiguas.
Cabe señalar que una mujer, desalojada del número 68, tuvo que ser trasladada en la ambulancia a los servicios de urgencias del hospital «Arquitecto Marcide» del Complejo Hospitalario Universitario ya que presentaba problemas respiratorios debido a la gran cantidad de humo que se había extendido por toda su casa.
Mientras se realizó la labor de sofocar el incendio y posterior enfriado, el tráfico desde la calle de A Coruña a la zona del crucero de Canido tuvo que ser cortado a la circulación de vehículos.
El incendio fue muy aparatoso, el resplandor del fuego se podía ver desde varias zona de la ciudad, y las llamas se apoderaron del primer piso, del fallado y parte del tejado de la vivienda.
La importante labor de los bomberos ferrolanos se desarrolló durante más de dos horas y media y es de alabar su trabajo al evitar que las llamas se extendieran a los edificios colindantes.