Manuel Molares do Val-(molares@yahoo.es-cronicasbarbaras.es)
Debería crearse una comisión ética ajena a las Asociaciones de la Prensa, siempre endogámicas, que avergonzara a los periodistas por prestarle atención y espacios informativos a falsarios, vividores y frikis fabricantes de mensajes anticientíficos que terminan dañando, y quizás ayudando a matar, a la población sugestionable.
Los periodistas nos hemos hecho altavoces de retrógrados, incluso de homicidas, como lo son quienes dirigen esas asociaciones contra la vacunación infantil que han llevado a un niño de seis años en Barcelona a estar ahora entre la vida y la muerte.
De hacerles caso mucha gente, ahora serían miles o millones los niños, como este, en peligro de extinguirse.
Influidos por ellos, sus padres rechazaron inmunizarlo contra la difteria y otras graves enfermedades ya desaparecidas gracias a las vacunaciones, pero esta reaparecida tras seguir a estos charlatanes.
Amparados por sus propagandistas, los periodistas, que divulgamos sus falsas medicinas naturales, flores, músicas, piedras, homeopatías y sus derivados del biologismo primitivista y del antiprogreso que sólo son cuentos medievales de echadoras de cartas.
Nosotros logramos que se oiga más a estos magonios que a los científicos y ellos, que viven de convencer con sus falsedades, las propalan con desparpajo y capacidad de convicción, con lo que hechizan a las audiencias más ingenuas y conspiranoicas.
Comienzan rechazando el capitalismo, mensaje atractivo para quienes se sienten explotados, y continúan denunciando a los laboratorios farmacéuticos, crisol para ellos de toda maldad porque inventan enfermedades para atemorizarnos y robarnos con sus innecesarios medicamentos.
Los periodistas somos culpables de algunos desastres, sí: para ganar audiencia usamos a esos personajes, generalmente fanáticos, como los de las peores sectas destructivas.
Una comisión ética debería avergonzarnos públicamente por divulgar como noticias creíbles las magónicas, el mundo mágico de las supersticiones y los esoterismos, magma de estupideces y desgracias.