«A Parque Ferrol no le gustan las bicicletas» señala a Galicia Ártabra un amable lector preocupado por lo que allí ocurre.
«Soy un usuario del centro comercial Parque Ferrol y ya desde hace meses me estoy encontrando con muchas trabas para algo tan simple como puede ser ir a esta area comercial en bici.
Me consta –dice– que no soy el único al que le han llamado la atención por lo mismo y por ello les expongo lo que está ocurriendo».
«Más de un año después de la apertura del centro comercial Parque Ferrol, éste sigue sin contar con plazas de motos y bicicletas en el parking subterráneo y apenas un parking de bicis, inutilizable, en su parte exterior.
Después de mucho esperar, el centro comercial ha habilitado dos aparcamientos para bicis no utilizables y al que la gerencia del centro comercial obliga a usar sin importar las condiciones.
Dichos dispositivos consisten en una reja metálica en donde se introduce la rueda delantera, siendo imposible candar el cuadro. Otra opción sería introducir la rueda trasera, aunque ésta no se contempla, pues el sistema del cambio trasero imposibilita la introducción de la rueda en esa rendija. De esta forma, la bici no se puede asegurar, quedando al alcance de cualquier amigo de lo ajeno que quiera robarla en cinco segundos.
Ante esta situación, varios usuarios de la bici han optado por candar los ciclos en las barandillas exteriores del centro comercial, lo que ha molestado a la gerencia del mismo, que ha alegado que producen molestias a los usuarios del centro comercial, pasando después a alegar que dan mala imagen una vez ha quedado en ridículo la primera afirmación. Cabría indicar a los responsables del centro comercial Parque Ferrol que echaran una mirada a las ciudades de Europa y vieran la cantidad de bicis aparcadas que albergan sus calles. Así pues, la gerencia del centro comercial Parque Ferrol, por medio de los operarios de seguridad, obligan a utilizar los anteriores parkings de bicicletas sin importar las condiciones en el que este aparcamiento se realice y las medidas de seguridad de las que carezca.
La elección de estos arcaicos dispositivos, más propios de los años ochenta que del siglo XXI, parece obedecer a cuestiones económicas y no a la cobertura de una necesidad básica de una parte de los usuarios que visitan diariamente este centro comercial. Mientras en paéses como Francia las empresas obtienen bonificaciones por cada empleado que asista al trabajo montado en una bicicleta, en Españ seguimos encontrando, en su mayoría, impedimentos y situaciones que limitan y desaniman el uso de un medio de transporte limpio, silencioso, rápido y económico como es la bicicleta. Un medio de transporte bueno para el que lo usa y para el que no lo usa, pues una bicicleta en carretera es un coche menos, con la descongestión de tráfico motor que eso supone y el ahorro de contaminación emitida que respiraremos todos.
Desde aquí animo a la gerencia, presidida por el señor Manuel Moreno, a plantearse seriamente toda cuestión referida a movilidad, ya que no estaría de más fomentar y facilitar el uso de cualquier transporte que utilicen todos los usuarios del centro comercial y no solo a los que acuden a él en coche».