«La vida de los Alvargonzález en la Armada no era un cuento de hadas»

alvargonzalezEl Museo Marítimo de Asturias acoge, del 25 de julio al 31 de agosto, una exposición acerca de la vinculación de la familia Alvargonzález a la Marina de Guerra

(El comercio-Lucía Ramos)-La mar como forma de vida. Hace siglos que los Alvargonzález se asentaron en la villa de Jovellanos, desde la cual desarrollaron diferentes profesiones, todas ellas ligadas al medio acuático. Así, generación tras generación, se formó una estirpe de hombres y mujeres acostumbrados a las inclemencias y bondades de este caprichoso elemento. Pescadores, comerciantes o marinos de guerra llevaron -y llevan- con orgullo el apellido a sitios tan remotos como Filipinas o las Antillas.

Precisamente, son estos últimos quienes protagonizan la exposición ‘Alvargonzález: una saga familiar en la Armada Española’ que abrirá sus puertas el próximo 25 de julio en el Museo Marítimo de Asturias (Luanco), donde permanecerá hasta el 31 de agosto. En un entorno inmejorable, los visitantes podrán conocer parte de la historia reciente de España a través de la vida de una treintena de miembros de una de las familias más populares de Asturias. Unas vidas que, lejos de lo que pueda parecer, no fueron en absoluto sencillas ni tranquilas. Según explica el catedrático de Geografía y Ordenación del Territorio de la Universidad de Oviedo, director de la Fundación Alvargonzález y tataranieto de uno de los primeros miembros en enrolarse en la Armada, Ramón María Alvargonzález, estos hombres estaban acostumbrados a no ver a sus familias durante meses e, incluso, años, así como a lidiar con todo tipo de adversidades, desde ataques militares hasta enfermedades tropicales.

-¿Qué van a encontrarse los visitantes en el Museo Marítimo de Asturias durante la exposición?

-Un conjunto de documentos e iconografía sobre los treinta marinos que forman la saga familiar relacionada con la Armada. De todos ellos hay un retrato, ya sea pintado o fotografiado, además de una serie de materiales que guardan relación con sus historias, desde la hoja de servicios hasta maquetas o imágenes de barcos en los que navegaron. También hay ejemplares, como sables de oficial de marina, dagas de guardia marina u otros objetos náuticos, que nos ayudan a formarnos una idea de la época en que vivieron e ilustran un poco las peripecias de cada uno de ellos.

-Es decir, que no es una exposición centrada sólo en sus antepasados.

-Exacto. En realidad, lo que se presenta es una fracción de la historia de la Armada y de España a través de una saga familiar. Los marinos aparecen lógicamente agrupados por generaciones, cada una de las cuales se corresponde con un determinado momento de la historia de la Marina de Guerra. Es una muestra destinada a un público amplísimo, pues gustará a todo aquel que sienta curiosidad por la historia del país y de su Armada. Además, por su vistosidad, cualquiera podrá apreciarla, sin necesidad de estar vinculado a la familia o la Marina.

-¿Cómo ha sido preparar esta exposición?

-Complicado. Llevamos en ello unos tres meses, pues además de reunir el material, hubo que seleccionarlo, prepararlo y presentarlo. El material que nutre el grueso de la exposición procede de los fondos de la Fundación y otro porcentaje más pequeño pertenece al Museo Marítimo de Asturias. Los objetos de la Fundación fueron coleccionados en los últimos 20 años por Juan Alvargonzález González, fundador y primer presidente de la entidad. Él sentía un interés muy grande por sus antepasados y coetáneos marinos, algo que queda patente en esta exposición.

-Algo que le hubiese gustado ver…

-Estoy seguro. Por la propia fuerza de los hechos, esta muestra es un homenaje a su memoria -falleció el año pasado-. Sé que le habría complacido ver los resultados de la exposición.

-Parece que la historia comienza con José Alvargonzález Zarracina (1763-1828), que fue el primero de la saga relacionado con la Armada.

-Sí. Él formó parte de la primera promoción del Real Instituto Asturiano, donde luego ejercería la labor de profesor. Fue un protegido de Jovellanos y del círculo ilustrado del Instituto que, cuando la institución entra en quiebra a comienzos del siglo XIX, le busca un acomodo como profesor de guardiamarinas en Ferrol. Allí estuvo casi un cuarto de siglo, durante el cual ingresó su sobrino, José María del Carmen Alvargonzález y Pérez de Sala (1799-1859), que fue propiamente el primero de la saga en dedicar su vida a la Armada.

-Se inicia entonces una estirpe de marinos cuya vida iba a ser de todo menos fácil…

-Cierto. Si hay algo que caracteriza a cada uno de los treinta marinos que conforman la saga, son las extremas condiciones de dureza de su vida profesional. De hecho, un tercio de ellos murieron muy prematuramente, bien fuese a consecuencia de enfermedades tropicales contraídas en ultramar, acciones de guerra o asesinados en la guerra civil española. Las suyas fueron vidas marcadas por la tragedia, nada que ver con un cuento de hadas. Un buen ejemplo es el de Claudio Alvargonzález Sánchez (1816-1896), quien pasó embarcado 30 de los 33 años que duró su vida profesional. Sólo en la campaña del Pacífico pasó más de dos años viviendo en el barco, a bordo del cual cruzó dos veces el Atlántico, participó en tres combates navales y tuvo que hacer frente a enfermedades como el escorbuto, que diezmó seriamente su tripulación. Algo que Benito Pérez Galdós reflejó en sus ‘Episodios Nacionales’, donde definió a Claudio como «el primer lobo de mar de España».

-Además de esta treintena de ‘alvargonzález’ que dedicaron su vida a la Armada son muchos los ligados a la mar desempeñando diferentes profesiones, ¿está en sus genes también esa pasión?

-Más que un asunto genético, creo que se trata de algo más ligado a la tradición de una familia y a la condición de puerto marítimo de Gijón.

-¿Y la saga tiene visos de continuar?

-A día de hoy, todavía quedan dos Alvargonzález en activo en la Armada, el comandante de la fragata ‘Canarias’ Manuel Alvargonzález Méndez, y el encargado de la Compañía de Comunicaciones y Sistemas de Información del Tercio Armada, en San Fernando, Vicente José Marínez-Esparza Alvargonzález. Es pronto para saber si las nuevas generaciones tomarán el relevo, pero todos esperamos que así sea.

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