El acusado de haber degollado a su exnovia hasta la muerte en la localidad coruñesa de Narón el 25 de julio de 2011 ha afirmado en la mañana de este lunes, día 2, que se le «cruzaron los cables» durante una discusión, en la que acabó por sacar una navaja y agredir a la que había sido su pareja aunque no fue «a asesinarla».
En la sección primera de la Audiencia Provincial de A Coruña ha comenzado el juicio oral por estos hechos que ocurrieron el 25 de junio de 2012, en torno a las 15.30 horas, y que acabaron con la vida de Iria García Blanco, que tenía veintiocho años cuando murió. El fiscal considera que estos hechos constituyen un delito de asesinato, con una pena de cárcel de veinte años, mientras que la defensa opina que se trata de un homicidio por no existir premeditación, con una pena de diez a quince años de condena.
La Fiscalía y la acusación particular acusan a Óscar José Ferreño, que entonces tenía 38 años, de estar apostado el día de los hechos oculto entre unos matorrales y a la espera de que llegase la que había sido su pareja hasta el mes de diciembre de 2010, un año y medio antes, aunque él dice que siguieron viéndose. «Al detectar su presencia en dicho lugar y con ánimo de acabar con su vida, de forma sorpresiva se abalanzó por detrás de ella y valiéndose de un objeto cortante extremadamente filoso (…) le causó diferentes heridas, seccionándole completamente la tráquea entre el primer y segundo anillo, la vena yugular izquierda, la arteria carótida izquierda y ambos músculos trapecios», explica el fiscal. En aquel momento, según el testimonio del acusado, fue a casa de su exnovia para aclarar la situación, pues tenía pendiente un juicio por violencia de género -por el que posteriormente fue condenado a cinco años- y llevaba «cinco meses con problemas» y «con mentiras», tras varias «denuncias y amenazas».
«Empezamos a discutir, me dio una patada y se me cruzaron los cables. Llevaba una navaja en el bolsillo porque era fontanero en ese momento. La agarré del pelo y caímos al suelo, ahí es donde la corté, no sé cuántas veces (…) En ese momento no pensé en nada, en la realidad…» ha explicado. El proceso judicial ha comenzado con una presentación de las partes al jurado popular, en el que la defensa, ejercida por Víctor Bouzas, ha pedido que «no quede sin castigo» el acusado y «que se le juzgue y se le condene por los hechos que realmente ha cometido».
El acusado se ha declarado «culpable» de la muerte de Iria G.B. «Me denunció tres veces, me acusaba de cosas que no eran ciertas, de que la había amenazado y pegado (…) Las dos primeras las retiró (…) Después hubo una tercera, por la que pagué una pena de cinco años por algo que no había hecho, dijo que fui a su casa a amenazarla y le pegué», ha argumentado. El día de los hechos tenía una orden de alejamiento, aunque «no era plenamente consciente» de que no podía acercarse a la víctima, ya que por la mañana estuvo «hablando con ella» y no le dijo «nada». «Ella estaba en casa, hablando por teléfono en la ventana.
Le hice un gesto, bajó y fuimos a un aparcamiento a hablar. Le pregunté por qué me había denunciado» y fue entonces cuando llegó el momento de la discusión ante «diez o doce personas». Según ha manifestado, ella mantenía una relación con otra persona «a la vez«. El acusado ha insistido en que no fue «a asesinarla», que en su «vida» se puso «así», que había atravesado «cinco meses de problemas y mentiras» y que se entregó cuando su padre le dijo: «Te entregas a la Policía, que te anda buscando».