Navidad, tiempo de esperanza

barcon-1Carlos Barcón, pintor.

Un año más la vorágine de diciembre, con las fiestas de la Navidad encima, nos arrolla, con las prisas, con las salidas, con las compras, con los planes y citas gastronómicas, con la visita a nacimientos y belenes, pensando también en los regalos de Reyes e incluso, algunos, los menos, con la paga extra

Aunque todos los  años, a ciertas personas, oigo decir que la gente se pone triste en Navidad  porque se echa de menos a determinadas personas, posiblemente, de alguna  querida o apreciada, que nos ha dejado, por fallecimiento u obligado alejamiento geográfico.

No obstante es bueno tener en cuenta que vivir y recordar la Navidad es la clave de la fé, oportunidad fuerte de  la que dispone el ser humano.

Todos o casi todos los pueblos, naciones o paises, sienten, viven, celebran el gran acontecimiento único en la historia «el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros…» Dios se hace compañero y amigo de viaje con los hombres en el recorrido de la historia».

Navidad, cabe recordarlo, significa que Cristo entró en la Historia para ser el centro, el sujeto y el objeto para todos los millones de seres humanos que existieron, existen y por supuesto, existirán.

Cada año la Navidad, por otro lado, debe ser un toque de atención para, entre otras cosas, poner la cabeza, el corazón, el pensamiento y en definitiva, todos los sentimientos para descubrir su significado, que es la fiesta central de los cristianos, que suelen compartir la alegría, la felicidad, el gozo, e incluso el amor y la esperanza. Aunque para que esta Pascua sea una realidad plena debemos alejar de ese lugar de nuestra alma, esos intereses, temores, egoismos, envidias, incomprensiones… tratando de resucitar esa otra zona en la que andamos demasiado escasos, como es el resucitar la fé, el perdón, el amor, la paz, la alegría y sobre todo, insisto, la esperanza, pensando que nace el vacio cuando muere la misma y que la virtud de la esperanza es esencial para la vida de los hombres,  y recordando al  Papa Francisco cuando nos  dice que la Navidad suele ser una fiesta ruidosa, pero que nos vendría bien estar un poco en silencio para oir la voz del Amor. Algo en lo que estamos muy de acuerdo, porque el silencio suele ser casi siempre el grito más fuerte.

 

 

 

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