El valor antropológico e identitario del Facebook

maria figalgo-aMaría Fidalgo Casares , Doctora en Historia

Uno de los temas más recurrentes de los últimos años es debatir sobre los grandes peligros que corren jóvenes y adolescentes a merced de las redes sociales. En menor medida, también se comentan los efectos positivos: su inmediatez y su capacidad de llegar a velocidad meteórica a sectores de población amplísimos. Pero hay un efecto de gran magnitud del que apenas se habla y que tiene un valor incalculable, sobre todo en relación con villas y ciudades, que es la recuperación de la intrahistoria y los valores etnográficos de las sociedades.

Puede que los profanos en el tema no sepan que aparte de las páginas personales, en la que uno comparte con quien le place todo lo que quiere sobre su vida y opiniones, existen páginas temáticas de diferentes ámbitos al que se asocian las personas interesadas. Las hay de deportes, fotografía, religiosas, arte, música, tendencias políticas, literarias, de partidos, barriadas, grupos familiares… de todo lo que uno se pueda imaginar, Pero son las ligadas a las comunidades ciudadanas las más interesantes, en las que las personas cuelgan sus recuerdos, tanto de su propia memoria como de sus familiares y allegados, fotografías de sus antiguas casas, romerías, celebraciones, de sus ancestros, de sus objetos, de sus cuadros, de personajes y establecimientos desparecidos como los que tanto y tan bien describe Siro en sus columnas.… Un antropólogo, sociólogo, etnógrafo o investigador puede obtener gracias a estas páginas un caudal de información que por otras vías tardaría décadas en recopilar … eso en el caso de que pudiera conseguirla… Con el mérito añadido de que toda esta información pudiera haberse perdido de forma irremediable.

Otro de los valores inconmensurables es la del refuerzo de lazos emocionales e identitarios de las personas. Cada vez de forma más intensa los psicólogos confirman la importancia de las raíces en la estabilidad mental de los individuos, y en esa vuelta a la infancia en la que decía Rilke “está la patria del hombre” y que de forma magistral recordaba nuestro gran escritor Ramiro Fonte. Personas que añoran su ciudad de origen, su comunidad de antaño, el centro de enseñanza de su infancia o juventud, su década dorada… Existen grupos de todo tipo en la que la gente se reencuentra con los suyos o con afines y la nostalgia campa por sus anchas y llena ese hueco emocional que nunca pensó que pudiera llenarse.

Ferrol, muy activa en redes sociales, tiene páginas en el facebook de gran relevancia, comenzando por la que me leen, Galicia Ártabra Digital donde aparece todo lo que sucede en Ferrol a tiempo real. La palma se la llevan con cerca de 2500 miembros Nacidos en Ferrol y Conocer Ferrol, En la primera se recogen con gran rigor las biografías de personajes destacados nacidos en la ciudad y Conocer Ferrol, es una página de panorámicas de la comarca y encuentro de personas con un interés general por el paisaje y la arquitectura, pero en la que se desatan debates encarnizados sobre rehabilitaciones y edificios del ayer y del hoy. Otras páginas muy destacadas son Lembranzas dirigida a un público con interés etnográfico, paisajístico y cultural más amplio, Pintores gallegos, enlace con la web de información más completa sobre el arte en Galicia, Ferrol Fotos Antiguas, Ferrolterra en fotos, Ferrol Patrimonio de la Humanidad, Ferroliño, Ferrolanos por el mundo, Conocer El Ferrol…

En la deliciosa Cocinas de Ferrol podemos disfrutar de viejas recetas y trucos culinarios de madres y abuelas en la que sólo las fotos y descripciones hacen la boca agua… y en el grupo cerrado del rancio Ferrolaneando, la gente de Ferrol que dice ser “de toda la vida”, de “dentro de puertas” o procedentes del antiguo estamento militar de la ciudad comparten fotos del pasado histórico de la ciudad que protagonizaron sus antepasados, embarcaciones, actos oficiales y militares, con aclaraciones de auténticos eruditos en la materia.

Entre todas las páginas ferrolanas, quizás la más surrealista sea “A mi también me llevaban a ver el loro del cantón” prácticamente inactiva porque claro, un loro, por mucho cariño con el que le recordemos, no da para tanto, pero que llegó a reunir a nada menos que un millar de miembros, el doble que la página del alcalde.

Un sinfín de curiosidades y gratificaciones al alcance de cualquiera que no cuesta dinero, ni produce sobrepeso ni colesterol… y para los que disfrutamos de ello nos produce un entretenimiento sin límites. Estamos al día de lo que sucede en la ciudad sin salir de casa ni desplazarnos, estando algunos a centenas o miles de kilómetros, nos reencontramos con paisajes naturales y urbanos, con el presente y el pasado, parientes lejanos y amigos de la infancia y nos llevamos agradabilísimas sorpresas. En mi caso, hemos estrechado lazos con parte de la familia que emigró a ultramar hace tres generaciones, y el sector de población de cierta edad que normalmente tiene una rutina de vida en la que es difícil conocer gente nueva, tiene sin esperarlo acceso a personas con las que les unen más intereses y aficiones que el entorno que les rodea.

Y como todo en la vida, para que sea beneficioso debe consumirse en las dosis adecuadas, sin caer en la adicción.

Yo por la mañana después de apagar el despertador, lo primero que hago es encender mi facebook.

 

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