Manuel Molares do Val-(molares@yahoo.es-cronicasbarbaras.es)
El pasado día 26 el Tribunal Supremo de EE.UU. declaraba inconstitucional toda ley que no reconozca el matrimonio homosexual, por lo que el futuro embajador en España, James Costos, presentará como marido, “my husband”, a Michael Smith, un decorador de interiores con el que se casó en Hollywood en una ceremonia privada.
Costos y Smith son una pareja “handsome”, bien parecida, de mediana edad, prototipo del lobby gay de más alto nivel, triunfadora en profesiones mezcla del espectáculo y buen gusto para los ricos y/o cultivados.
Hace no muchos años era impensable que un homosexual reconocido pudiera ostentar un cargo diplomático en prácticamente ningún país del mundo.
Siendo una “enfermedad” declarada por la OMS hasta 1990, exactamente, y llevándose en secreto, el político o diplomático gay se exponía al chantaje del espionaje rival.
La elección del gay Harvey Milk como supervisor municipal de San Francisco en 1977 cambió EE.UU, primero lenta, y ahora aceleradamente: Obama eligió también a otros dos notables activistas gais como embajadores, uno en Dinamarca y otro ante la Organización de Cooperación y Seguridad Europea (OSCE).
Costos es vicepresidente de márquetin exterior de HBO, la cadena de pago productora de la mejor televisión estadounidense, documental o de series como Los Soprano o Mad Men; y Smith se especializa en decorar residencias de ricos sofisticados, y la Casa Blanca al gusto de los Obama.
El presidente seleccionó a Costos, parece, por la liberalidad española, aunque sólo tenga como méritos diplomáticos haber contribuido con 500.000 dólares a su campaña de 2012 para la reelección, ser directivo de la Human Rights Campaign (HRC), poderoso grupo de defensa gay y transexual, y ser también responsable de la sociedad protectora de animales domésticos The Humane Society of the United States.