Antonio Miguel Carmona-(director diario progresista)
Sostengo que la intención del Gobierno de la Nación a partir de la reforma del sistema de pensiones es la de proceder a comenzar a sustituir el actual sistema de solidaridad por un sistema de capitalización sostenible con fondos privados.
El punto más importante de la extravagante propuesta de los doce expertos (menos tres) hace depender la pensión de los ingresos obtenidos por el sistema. Una apuesta por algo similar al sistema de capitalización, la puerta abierta para un cambio radical en el modelo.
El actual sistema se asienta en la solidaridad universal intergeneracional en el que la generación que trabaja sufraga el retiro de la que descansa. Desde que tengo uso de razón se viene presagiando –especialmente por las instituciones financieras privadas interesadas en la reforma-, que el sistema iba a quebrar.
Todavía estoy esperando. Porque si la solvencia del sistema actual depende del nivel de empleo y productividad, sabremos si el modelo es sostenible en 2025 siempre y cuando conozcamos los ocupados y su producción por hora ese mismo año.
Luis Martínez Noval, ministro de Trabajo socialista, recientemente fallecido, publicó un artículo en El País el 21 de enero de 2011 en el que se planteaba el supuesto de que un trabajador hubiera aportado la cotización máxima durante el período 1974-2009.
Si lo hubiese hecho en el sistema actual hubiera recibido una jubilación de 34.000 euros anuales, y si lo hubiese suscrito en un sistema de capitalización privada éste le hubiese aportado un retiro de tan solo 12.000 euros.
Porque el sistema de capitalización está expuesto a las fluctuaciones de las inversiones financieras, desde el riesgo pasando por la incertidumbre. No en vano los fondos de pensiones de Estados Unidos estaban quebrados en 2006, arrastrando unas pérdidas de 600.000 millones de dólares, teniendo que ser salvados por una disposición de agosto del mismo año.
Disposición que, por cierto, garantizó el salvamento de dichos fondos y por lo tanto el retiro de millones de norteamericanos, a partir de la participación de un organismo público como lo es la Pension Benefit Guarantee Corporation (PBGC).
Para mayor abundamiento, cambiar de un sistema de reparto y solidaridad a uno de capitalización privado, tiene la imposibilidad de la acumulación del coste de transición, el coste de adquisición de una prima, el coste de administración y, al tiempo, el riesgo de la volatilidad y la incertidumbre de la recesión.
Por eso, una manera de abrir la puerta, digo, a un sistema de capitalización es haciendo depender el sistema de reparto de los ingresos presentes. Como si nuestro retiro tuviera que depender de un cálculo actuarial o una anotación contable. Por cierto… equivocada.