Antonio Miguel Carmona-(director diario progresista)
No necesitamos los socialistas pensarnos dos veces el ideario, el programa o el proyecto. Ciento treinta y cuatro años de historia dan para mucho y, sobre todo, para no tener la necesidad de celebrar una y otra conferencia para alargar lo que parece evidente.
Lo que falla, en todo caso, es el mensajero. Los mensajeros, en plural, si me apuran. Los portavoces de un mensaje quienes, a veces mudos, están esperando que suba la marea para flotar, que cambie el ciclo político o que la diana se coloque por donde pasa la flecha.
Es hora de que decidan los militantes y los simpatizantes. De abrir cuanto antes un proceso reconstituyente, no una innecesaria refundación, sino llenar nuestros órganos de aquellos que sean elegidos y respaldados por todos y cada uno de los militantes.
Si defiendo devolver la política a los ciudadanos, ¡cómo no voy a defender devolver el partido a los trabajadores, a los simpatizantes y a los afiliados!
Es hora de elegir, si así lo quiere la mayoría, a compañeros y a compañeras nuevos en los procesos, jóvenes de todas las edades, ilusionados con echarse el país encima de sus hombros, tan cercanos a la gente porque precisamente son la propia gente.
Y, cuando digo que falla el mensajero, no me estoy refiriendo a una persona en concreto, ni siquiera a un cargo, ni a un órgano. Me refiero en términos generales a tantos cargos que hay que remover, a quienes hay que poner delante de un espejo y sopesar su trabajo.
Me estoy refiriendo a poner al frente de los ayuntamientos a tanta sabia nueva como tenemos, escondida en las agrupaciones, en las casas del pueblo. A tantos mimbres para hacer cestos, a nuevos diputados autonómicos y nacionales, a nuevas listas electorales, a nuestros jóvenes, a aquellos que tantas ganas tienen de cambiar las cosas.
Por eso el problema no es el mensaje… es el mensajero.