Monárquicos empíricos

Manuel MolaresManuel Molares do Val-(molares@yahoo.es-cronicasbarbaras.es)

Juan Carlos Merchán Ruiz, de Hospitalet, Barcelona, ha escrito una carta a la prensa que sintetiza lo que sienten muchos millones de españoles que se creen republicanos, porque carecen de la emotividad mística de los monárquicos tradicionales, pero que son monárquicos empíricos.

Dice que “cuando más arrecian las críticas al Monarca, más le explico a mis hijos cómo era España antes de que aquellos dos jóvenes Juan Carlos y Sofía recorriesen el país. Eran para mí, un niño aún, un símbolo de libertad y renovación, de paz y progreso”.

“Procuro que mis hijos lo sepan, que rehúyan la crítica fácil, la insidia, el odio. Yo, humilde profesor, doy las gracias a Sus Majestades por la tranquilidad de ánimo que me dieron a mí y a tantos españoles de buena fe”.

“Y eso que mis padres no eran precisamente de derechas o especialmente monárquicos, pero creo que debemos ser justos con unas personas y una institución que, a diferencia de otros países, siempre han estado cerca del pueblo y nos han representado brillantemente”.

“La crítica es buena y necesaria, el odio y la envidia prescindibles. ¿Quizá el supuesto desprestigio del Rey provenga de intereses politizados?”

“Nunca saldremos de esta maldita crisis si solo sabemos tirarnos pedruscos en nuestro propio tejado”.

Merchán resalta la importancia de los monarcas para el prestigio exterior de España: debería añadir que se engrandece, no se pierde como creen la Casa Real y el ministro de Exteriores, con la imputación de la Infanta Cristina, porque un país donde la ley llega tan alto es de fiar para todo inversor.

El profesor se fija también en la campaña antimonárquica actual explotada por extremistas de izquierda y derecha: podría haber añadido que una coincidencia así es muy peligrosa para cualquier democracia.

Hoy se comple el 82 aniversario del inicio de la II República, que enseguida comenzó a torcerse y acabó cinco años después entre sangre y fuego, y no sólo por la parte franquista, porque la otra había iniciado separatismos y revoluciones con miles de muertos, como en 1934, que facilitaron el levantamiento militar.

Tras una guerra civil de tres años, cientos de miles de muertos y la dictadura triunfante,  llevamos con la monarquía siete veces más tiempo de democracia que el que duró aquel quinquenio republicano en el que la gente fanatizada se mataba a tiros por las calles en nombre de sus distintas ideologías.

Esta es la razón de la existencia de tanto monárquico empírico.

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