El mundo alternativo, esa realidad paralela que Armstrong había establecido entorno a él y su éxito durante los años que van de 1998 a 2005 quedó finalmente desierto, como si nunca hubiera existido, durante la entrevista que concedió a Oprah Winfrey.
Pero haríamos mal en mirar para otro lado. No podemos hacerlo. Debemos de decir con fuerza que Armstrong ha sido uno de los grandes fraudes de nuestro tiempo. Un tipo puesto siempre como ejemplo de lucha contra el cáncer y de superación personal. Una persona que hizo que niños y demás personas sintieran una pasión por el ciclismo inaudita.
Hoy sabemos que esa persona era un fraude. Una farsa al estilo de Aristófanes. «Es demasiado tarde. Lo veo como una gran mentira que repetí muchas veces». Y añade que sería imposible haber ganado «siete Tours de Francia si no se hubiese dopado».
La USADA y la UCI tumbaron el mundo de Armstrong el año pasado. Él no aceptó defenderse, aceptando todas las acusaciones que se le hacían. Hoy, sabemos que Armstrong utilizó un extraordinario método de dopaje que incluía EPO, transfusiones de sangre al estilo de Eufemiano Fuentes, y demás métodos sofisticados que hicieron que alcanzara la gloria deportiva.
No obstante, la sombra del dopaje siempre se cernió sobre Armstrong. Ex-compañeros de equipo afirmaban haberse dopado con él. Y otros que lo acusaban de lo mismo, misteriosamente desaparecían del mundo deportivo al día siguiente, alimentando los rumores de que Armstrong, además, tenía comprada a una buena parte de la prensa deportiva – y algunas carreras – para que todo el sector se moldeara a su gusto. Era la dictadura de Armstrong.
Hoy ya sabemos la verdad. Armstrong era mentira. Y en base a esa mentira no solamente construyó un palmarés imperial, sino que destruyó el de otros ciclistas coetáneos que tuvieron que conformarse con estar a su sombra.
Lo que Armstrong viene a recordar un poco es que la honestidad debería de ser primordial en cualquier aspecto de la vida. Que se lo digan a Rajoy, al que le ha vuelto a molestar ese viejo y molesto grano llamado Bárcenas.
El método de Bárcenas – según el diario El Mundo – era menos sofisticado, pero igual de efectivo: sobresueldos a diferentes dirigentes populares en base al dinero que desviaba a cuentas particulares. Práctica, según se dice, generalizada, y que fue terminada por orden de Rajoy, el cual se lo encargó a Cospedal. Respetando, por supuesto, la presunción de inocencia, creo que alguien debería de dar unas explicaciones sobre algo que puede ser muy grave y de dimensiones enormes.
Honestidad. Que se lo digan a Armstrong.
(*) Miguel Pazos es presidente de NNXX de Narón